Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. Rom.3:23
La vida de todo cristiano es como una vuelta en la montaña rusa, un día se sienten como si caminaran entre los ángeles y las cortes del cielo sonríen a su paso, pero a veces al día siguiente sienten como si Dios estuviera a un millo de distancia y ni siquiera tienen la seguridad de que las cortes del cielo puedan recordar sus nombres.
Es una manera peligrosa de vivir el cristianismo.
Se cuenta la historia de que Joseph a los 4 años tuvo un accidente en auto junto con su familia, se golpeó y se lastimó la espalda, los niños a esa edad se recuperan rápidamente de los daños físicos que puedan recibir, pero Joseph demoro mucho para recuperarse, tanto que sus padres tuvieron que llevarlo al médico, el cual mostro preocupación pues no comprendía por qué le dolía tanto la espalda, le mando hacer unos rayos X los cuales revelaron que tenía tuberculosis en la columna y tenía que someterse a una serie de cirugías, y pasar unos años atado a una cama de lona, cuando volvió a la escuela, usaba una abrazadera de metal sobre la protuberancia que había quedado en su columna, con toda la ropa que se ponía se podía ocultar la joroba, así que siempre tenía miedo que en la escuela descubrieran su verdadero aspecto.
Dietrich Bonhoefer, que perdió la vida por causa de su fe cristiana escribió: “el que está a solas con su pecado, está definitivamente solo” puede ser que los cristianos a pesar de la adoración, jamás logran ingresar en la intimidad de otros cristianos, porque la relación que llevan es una relación como creyentes, pero nunca se muestran como impíos y pecadores, la comunión piadosa no les permite que sean conocidos como pecadores y por eso deben de ocultar el pecado de sí mismos y del grupo en donde se integran.
La Biblia dice en Rom. 3:23 y 1 Jn. 1:8 que no hay ni un ser humano que no haya pecado, así que no nos engañemos, pero es interesante notar que aunque todos pecamos porque somos pecadores, vivimos con el temor de que los demás nos descubran, entonces aprendemos que cosas tenemos que decir, que hacer, para que nadie sospeche que tenemos una joroba debajo de la ropa.
Nos estremecemos ante la idea que alguien pueda descubrir cómo somos en realidad, cuando nadie nos está mirando.
Una joven madre estaba preparando la cena para sus invitados, y todo le salía mal, tuvo que ir varias veces a la tienda para buscar los ingredientes que había olvidado, finalmente cuando llegaron los invitados, la cena estaba lista, tenía muy buen aspecto por los cual cuando se sentó a la mesa y miro a su alrededor se sintió orgullosa por lo que había logrado, y le dijo a su hijita que pidiera la bendición por los alimentos, la niña dijo que no sabía que decir, y la joven madre le dice a la niña pues que diga “lo que dice mamá”, dijo la niña que estaba bien e inclinando la cabecita dijo… “Querido señor no se en que estaba pensando cuando invite a todas estas personas a cenar”
La niña fue sincera, hay personas incluyendo a los que están en la iglesia que viven con el temor de que descubran cómo son en realidad, entonces semana tras semana hacemos las cosas que se esperan que hagan los miembros de la iglesia, y decir las cosas que deben decir, pero igual vivimos con el temor de que alguien nos descubra que no somos perfectos.
No estoy sugiriendo que los cristianos publiquen sus equivocaciones o que nos quedemos atados a nuestros pecados, porque pecado perdonado es pecado olvidado por Dios, pero debemos admitir que somos pecadores, si no lo hacemos podemos caer en la trampa del legalismo, y empezamos a pensar que si somos suficientemente buenos Dios nos aceptara y nos tendrá cerca de él.
Entonces cometemos un error o hacemos algo que Dios no aprobaría, asumimos que Dios ya no nos quiere y que nos echa fuera de su lado, y nuestra experiencia cristiana se convierte en una montaña rusa, y aunque nadie sepa cómo nos sentimos, un día estamos arriba y al día siguiente estamos abajo, a veces nos detenemos en medio y a otro día no sabemos ni en donde estamos.
Un día nos escondemos cómodamente debajo de la ropa que tenemos, pero resulta que al otro día tenemos miedo de que la verdad salga a relucir, a veces tratamos de resolver el problema dirigiendo la atención fuera de nosotros mismos, y nos gusta señalar las deformidades de los otros, con la esperanza de que el mal de los demás disimule el nuestro, y caminamos por allí con una libretita anotando los errores de los demás, y cuando comparamos esa lista con nuestra vida, no nos parece tan mal y nos vemos bien.
Esta lista parece sombría con las otras personas y tratamos de desaparecer hasta que mejore el desempeño, esa forma de vivir la vida cristiana es la fórmula perfecta para convertirse en un fariseo, cuando Jesús estaba en la tierra, le era más fácil relacionarse con los impíos que con las personas religiosas de la sinagoga.
Decidió cenar en la casa de Zaqueo, un despiadado cobrador de impuesto, que había estado robando a la gente, Jesús se apartó del camino para relacionarse con una mujer que había estado casada cinco veces y en ese momento estaba de concubina.
A la primera persona que se le apareció después de su resurrección fue a María Magdalena, una mujer que había estado poseída por los demonios, daba la impresión que prefería a las personas de carácter cuestionable, porque aprobaba su estilo de vida? De ninguna manera, era porque esas personas se sentían atraídas a él, no tenían nada que perder ni nada que esconder, el mayor auditorio que tuvo Jesús, formado por este tipo de personas que uno nunca se imaginaría a sus pies.
Y justamente eso era lo que les preocupaba a los sacerdotes y fariseos, los fariseos era un grupo de orgullosos nacionalistas, muy experimentados en vivir una vida piadosa en apariencias, y para destacar su buen comportamiento menospreciaban a las personas que luchaban con sus pecados, los consideraban indignos, es el mismo problema que encontramos en algunas iglesias cristianas, solemos señalar las faltas de los demás, en un esfuerzo por ocultar nuestras faltas, hemos conocido a muchos cristianos atentos, vigilantes para señalar a los demás.
Pero resulta que hacen cosas peores, que las que hacen las personas que señalan, el apóstol Pablo escribió sobre esto, Rom.2:1, se habla del cinismo de juzgar al que esté fuera de lugar, juzgar como hacen los fariseos señalando las faltas delos demás, para cubrir sus propias faltas.
El comportamiento de Jesús no tenía sentido para los fariseos, en su forma de pensar, comer con los pecadores, era ser como ellos, y eso no coincidía con su piedad, tenían miedo que se descubriera que eran más pecadores que con los que se juntaba Jesús, y no querían que los demás lo supieran, que ellos estaban cortados con la misma tijera.
Temían admitir que por ser todos pecadores, están destituidos de la gloria de Dios, incluyéndolos a ellos, pero lo cierto es que hasta que uno pueda admitir que algo anda mal en la vida espiritual, no habrá paz.
Mientras sigas confiando en tus posibilidades para alcanzar la piedad, Dios no podrá ayudarte, Jesús no trabaja con el sistema de los fariseos, Mt. 9:12, quiso decir Jesús que los fariseos no lo necesitaban? De ninguna manera, dijo que si los pecadores admiten que están mal, que él así los puede ayudar.
Pero los fariseos no admitían que tenían fallas espirituales, y así no podían recibir ayuda, porque el desarrollo de una relación con Dios debe de ser sincera, y Dios no puede hacer que la aceptes en contra de tu voluntad, los fariseos eran buenos en todos los aspectos de la religión, en los sacrificios y ceremonias cumplían con todos los rituales de una religión piadosa, sin tener la sustancia de la misma, Mt. 23:25-27.
Haz un paseo por el cementerio, y hay que admitir que algunas de las tumbas son más hermosas que otras, pero en la profundidad de ellas solo se encuentran olores fétidos, muerte y descomposición, Dios dice que cuando tratamos de esconder nuestros pecados de él y no somos honestos, somos igualitos a esa tumbas hermosas, de buen aspecto por fuera, pero el interior apesta.
Podemos vivir con el temor, pero Dios ya sabe cómo somos, y lo más interesante es que así nos ama; Jesús no vino a llamar a los justos, vino a llamar a los pecadores, Rom.5:8, uno de los desafíos de los cristianos, es despojarse de su concepto de piedad, y entender que Dios nos acepta porque nos ama, murió por nosotros, y no podemos llegar al Padre, sino mediante Jesús para el perdón de los pecados.
La biblia dice que Jesús puede trasformar tu vida, 1 jn. 2:4, cuando Zaqueo se encontró con Jesús, hubo un cambio en él, demostró que el interior de su tumba había sido limpiado, así como el exterior, la salvación no se basa en la sensación de ser salvos, sino en la convicción de que ya se es salvo, 1 jn. 5:13.
Puedes ser sincero con Dios, pídele que te ayude y te darás cuenta que él no ve tus deformidades, te darás cuenta de que te quiere y que te ha cubierto con su manto de justicia. Busca a Dios mientras pueda ser hallado, acude al trono de la gracia para hallar misericordia, Dios te bendiga y ayude a tomar buenas decisiones en tu vida cristiana.