“Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. Y dejando luego sus redes, le siguieron” (Marcos 1: 16-18).
Hay pobres necios y hay pobres sabios. Los ingenuos difícilmente salen de la pobreza, pero los sabios frecuentemente prosperan aprovechando las oportunidades de la vida. La familia de JESÚS era pobre, a tal punto que cuando fueron al templo para presentarlo, en lugar de llevar un cordero para el sacrificio, ofrecieron dos palomas, como lo hacían los muy pobres. Como predicador, JESÚS tuvo un humilde comienzo. Invitó a otros pobres quienes se volvieron sus doce apóstoles. Parte de ellos eran pescadores, personas del nivel bajo de la jerarquía social, gente a la que no le sobraba el dinero, prestigio social, ni mucho menos poder de influencia sobre las autoridades del Sanedrín o sobre las autoridades romanas. Pero de ese inicio humilde resultó la mayor de todas las religiones, el cristianismo. Sabemos que muy pocos de los cristianos son auténticos, sin embargo, aquél grupo de pobres, dirigidos por un hombre muy pobre revolucionó el mundo. Leer más