EL PAN QUE TODO MATRIMONIO Y FAMILIA NECESITAN HOY

Juan 6:24-35

El pan es un alimento básico preparado con una masa de harina -generalmente de trigo- y agua, que suele hacerse en el horno. A lo largo de la historia, el pan ha sido un elemento esencial de la dieta de muchas culturas. El pan, sin duda, es uno de los alimentos más antiguos elaborados por el hombre, y ha tenido una importancia notable desde la aparición de la agricultura, desempeñando un papel indispensable tanto en los rituales religiosos como en la cultura secular.

El pan puede leudarse mediante microorganismos naturales, como en los panes de fermentación natural, productos químicos como el bicarbonato de sodio, levadura producida industrialmente o ventilación a alta presión, que crea burbujas de gas que esponjan el pan. En muchos países, el pan comercial suele llevar aditivos para mejorar el sabor, la textura, el color, la durabilidad, la nutrición y la facilidad de producción.

Somos gastrónomos. En Estados Unidos se nos suele llamar aficionados a la comida, o amantes de la comida—una frase muy utilizada. Uno de los lugares donde nos gusta comer es en The Cheesecake Factory, un restaurante americano popular en todo Estados Unidos y que también se encuentra en varios países del mundo. Nos encanta el pan. Puedes comer todo el que quieras, especialmente el pan integral (aka baguette de harina integral). El pan es tan popular-basado en una receta indígena americana—que la cadena ha empezado a venderlo en las tiendas.

En el último siglo se han producido grandes cambios en la forma de preparar y servir la comida. Desde los restaurantes de autoservicio hasta los automóviles sin conductor, la innovación ha transformado nuestra forma de comer y beber.

La entrega de comida a domicilio comenzó en 1922. Los pedidos de comida por teléfono empezaron en un restaurante chino de Los Ángeles y se extendieron rápidamente. Ahora, el reparto de comida es un negocio de 50.000 millones de dólares en Estados Unidos, en el que participan aplicaciones como Grubhub, Uber Eats y otras. Incluso los supermercados entregan comida a domicilio, especialmente desde la epidemia de COVID-19.

Hoy hablamos del pan y de lo vital que es para nuestras vidas. Sin embargo, no hablamos de cualquier tipo de pan, sino de Jesucristo, El Pan de Vida. Nuestro tema de hoy se titula El pan que todo matrimonio y familia necesita hoy. Oremos.

Jesús fue un auténtico innovador en el mundo de la alimentación, pero siempre tuvo un toque humano. En los cuatro evangelios (Mateo 14:13-21; Marcos 6:30-44; Lucas 9:10-17; Juan 6:1- 14), Jesús da de comer a 5,000 hombres (y quizás el mismo número de mujeres y más niños; así que probablemente a unas 20,000 personas) junto al mar de Galilea. Con solo cinco panes de cebada y dos pececillos, crea una comida en la que todos comen lo que quieren y quedan satisfechos. ¡Eso no es gastronomía molecular, es gastronomía milagrosa!

ALIMENTO TEMPORAL VS ALIMENTO ETERNO

Luego, en el Evangelio de Juan, Jesús advierte a la multitud que no se fi­je demasiado en el pan que acaba de darles. “No trabajéis por el alimento que perece”, dice, “sino por el alimento que dura para la vida eterna, el que el Hijo del hombre os dará…” (Juan 6:27). La gente siente curiosidad por ese “alimento que dura para la vida eterna” y se pregunta de qué está hablando Jesús. ¿Habla de comida fácil de almacenar y sellada al vacío, cocinada con el proceso sous vide? No exactamente. Los habitantes de Galilea ya han experimentado innovaciones en la alimentación. No restaurantes de comida rápida o comida preparada por el sistema McDonald’s, sino pan milagroso que viene del cielo. “Nuestros padres comieron el maná en el desierto”, dicen, “como está escrito: Pan del cielo les dio a comer” (Juan 6:31).

Jesús lo sabe todo sobre este pan del maná, pero quiere introducir algo nuevo. “En verdad, en verdad os digo”, dice Jesús, “que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo, sino que mi Padre os da el verdadero pan del cielo” (Juan 6:32).” El pan del cielo -el maná recibido en el paso de Egipto a Canaán- es estupendo, parece decir, pero no tanto como el “verdadero pan del cielo”. Una innovación aún más signi­cativo está por llegar y ya está aquí para transformar los corazones de cada esposo y cada esposa, para transformar cada hogar y cada persona en la iglesia adventista del séptimo día, independientemente de su estado civil: soltero, divorciado, viudo, casado, mayor de edad, mediana edad o joven. El verdadero pan del Cielo está disponible para todo el que lo quiera.

“Porque el pan de Dios es el que descendió del cielo”, anuncia Jesús, “y da vida al mundo” (Jn 6,33). Está hablando del pan celestial que no se limita a llenar el estómago, sino que sacia el alma, transforma a maridos y mujeres; cambia a padres y madres e hijos y personas de todos los países, culturas, lenguas y tribus, y “da vida al mundo”. De hecho, da vida al mundo de todas las familias, incluida la suya, si le permiten entrar en sus vidas. Éste no lo encontrarás en el menú de ­el Cheesecake Factory o en uno de tus restaurantes favoritos. Este debes buscarlo con todo tu corazón. Como declaró el profeta Jeremías: “Me buscaréis y me encontraréis cuando me busquéis de todo corazón” (Jeremías 29:13). No es sorprendente que la gente respondiera diciendo: “Señor, danos siempre este pan” (Juan 6:34).

PAN VIVIFICANTE

Podemos comprender su hambre y preguntarnos si saben realmente lo que piden. ¿Qué es exactamente este pan de Dios que da vida al mundo? No es un pan al que se le haya disparado una ráfaga de nitrógeno líquido. No es un tipo de pan amasado por un robot o entregado por un coche sin conductor. No es el tipo de pan que se puede encontrar en el supermercado o al borde de la carretera. Este pan es el que hay que buscar diaria e intencionadamente., como aconseja Elena G de White en El Camino a Cristo, p. 70.1: “Conságrate a Dios todas las mañanas; has de esto tu primer trabajo.” White, E. G. (1892).

No, este pan de Dios es nada menos que Jesús mismo. “Yo soy el pan de vida”, dice Jesús. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás”. (Juan 6:35).

La mayor de todas las innovaciones en la alimentación es la aparición de Jesús como “pan de vida”. Por primera vez, las personas con las que habla Jesús pueden recibir “el verdadero pan del cielo”, que da vida al mundo y sacia el hambre y la sed más profundas de sus almas. Nosotros también podemos recibir “el verdadero pan del cielo” para cambiar las realidades de nuestras familias, ayudándonos a gestionar las diferencias de opinión y las malas actitudes, a perdonar los desaires y las heridas del pasado y a reparar los agravios.

Entonces, ¿qué signi­fica que Jesús dé vida a tu matrimonio y a tus relaciones familiares? La respuesta a esta pregunta es a la vez universal y muy personal, y ambos niveles son igualmente importantes. Al ­fin y al cabo, el pan es un alimento universal, disponible en casi todo el mundo. Cuando visitamos Rusia por primera vez -hace muchos años-, teníamos pan trenzado recién horneado en nuestro apartamento de la sede de la División Euroasiática de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Moscú, donde nos alojamos durante nuestra visita. Se trata de un gesto de bienvenida habitual en ese país. El aroma de este pan especial llenaba la habitación y transmitía un espíritu acogedor. También está el pan nan, que hemos disfrutado muchas veces en la India; el chapati, en África oriental; el pan de pita, en Egipto, Líbano, Omán, Qatar, y otras partes de Oriente Medio; baguette en Francia; tortillas en México; y pan de coco en Jamaica. Pero Jesús es mucho más que eso.

A nivel universal, Jesús es la Palabra de Dios en forma humana. Como Palabra de Dios, “Él estaba en el principio con Dios”. Juan nos dice: “Todo se hizo por medio de él, y sin él no se hizo nada de lo que se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres [la palabra griega para hombres es Anthropos; humanidad/todos]” (Juan 1:2-4).

ÉL HIZO TODAS LAS COSAS Y SOSTIENE TODAS LAS COSAS

Ya sea considerando la teoría del Big Bang o el relato de la creación de los capítulos 1 y 2 del Génesis, es importante darse cuenta de que Jesús estaba allí. Todo ha surgido a través de él, incluida la vida, el matrimonio y la familia. El apóstol Pablo dice más o menos lo mismo en su carta a los Colosenses cuando describe a Jesús como el primogénito de toda la creación. “Porque en él fueron creadas todas las cosas, en el cielo y en la tierra”, dice Pablo. “y en él todas las cosas subsisten” (Colosenses 1:16-17).

Jesús estaba en el principio con Dios. En él, todas las cosas permanecen unidas. Este es el Jesús universal, el pan eterno que da vida al mundo. El Padre eterno que puede mantener unidos a los matrimonios y a las familias, por muy diferentes que seamos unos de otros. Curiosamente, creemos que tenemos mucho en común antes de casarnos. Después de casarnos, sin embargo, tendemos a preguntarnos cómo nos juntamos, ya que somos tan distintos como diferentes. La vida puede ser extraña a veces porque elegimos vivir según nuestros sentimientos en vez de según el principio del amor, que es “paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso; no es arrogante ni grosero; no insiste en salirse con la suya; no es irritable ni rencoroso; no se alegra de lo malo, sino que se alegra con la verdad. Todo lo soporta, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no tiene ­n…” (1 Cor. 13:4-8).

Alguien dijo una vez que antes del matrimonio, los polos opuestos se atraen. Pero después del matrimonio, los opuestos tienden a repelerse. Sin embargo, estamos aquí para decirte que Jesús, el pan del cielo, puede traer paz y armonía a cada individuo, a cada matrimonio y a cada hogar, incluso al tuyo. Si escuchas Su voz y abres la puerta, Él entrará y comerá contigo, con tu cónyuge y tu familia, y tú con Él (Apocalipsis 3:20)

EL PAN PERSONAL

Como nuestro pan de vida, Jesús nos da fuerza para afrontar los retos de la vida personal, de la vida en nuestro matrimonio y de las relaciones familiares, tanto las pequeñas irritaciones como los grandes obstáculos. Todo el mundo sabe lo que es tener “hambre”, es decir, estar de mal humor o irritable porque se tiene hambre. Un pequeño tentempié puede levantarte el ánimo y darte la fuerza que necesitas para seguir adelante. Los corredores de larga distancia saben que no pueden completar un maratón entero con el combustible que tienen en el estómago desde el desayuno. Deben comer a lo largo de la carrera, alimentando sus músculos con paquetes de gel, barritas energéticas y otros carbohidratos. Por lo tanto, necesitamos de Jesús durante todo el día, orando, leyendo la Biblia y practicando reconocer su presencia en nuestras vidas cada día, todo el día. Él puede aliviar nuestras ansiedades, calmar nuestros miedos y darnos fuerzas para perdonar y pedir perdón. Su presencia puede darnos paciencia y bondad cuando más las necesitamos. Jesús debe convertirse en nuestro pan personal. Como pan de vida, Jesús nos da la ayuda que necesitamos para ser amables y perdonar en nuestras relaciones matrimoniales y familiares. Él es la Palabra de Dios en forma humana, que nos ofrece corrección, guía y perdón. Él es el pan de vida en forma humana, que nos da alimento, fuerza, inspiración y bondad. Sin este pan vivo, nos desgastaríamos rápidamente y nos rendiríamos ante los numerosos desafíos de la vida personal, así como del matrimonio y la vida familiar. Jesús es Aquel que está con nosotros y a nuestra disposición, capaz de saciar y arreglar nuestra hambre y nuestra sed, nuestra falta de paciencia y nuestra ira. Pablo nos recuerda que busquemos el pan de vida cuando dice: “Por último, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis hacer frente a las asechanzas del diablo” (Efesios 6:10, 11).

En este contexto, Elena G. de White comparte en El Hogar Cristiano, 93.3:

“Dios nos prueba por los sucesos comunes de la vida. Son las cosas pequeñas las que revelan lo más recóndito del corazón. Son las pequeñas atenciones, los numerosos incidentes cotidianos y las sencillas cortesías, las que constituyen la suma de la felicidad en la vida; y el descuido manifestado al no pronunciar palabras bondadosas, afectuosas y alentadoras ni poner en práctica las pequeñas cortesías, es lo que contribuye a formar la suma de la miseria de la vida. Se encontrará al ­fin que el haberse negado a sí mismo para bien y felicidad de los que nos rodean, constituye una gran parte de lo que se registra en el cielo acerca de la vida. Se revelará también el hecho de que el preocuparse por sí mismo, sin tener en cuenta el bien o la felicidad de los demás, no deja de ser notado por nuestro Padre Celestial.” White, E. G. (1952).

EL PAN DIARIO

No es de extrañar, pues, que esta comida, este pan de Vida, deba ofrecerse regularmente en nuestros hogares, porque todos necesitamos el alimento que proviene de la presencia y la influencia del Pan Jesucristo.

A este respecto, Elena G. White ofrece en Conducción del Niño, p. 492.1:

“En cada familia debería haber una hora ­ja para los cultos matutino y vespertino. ¿No conviene a los padres reunir en derredor suyo a sus hijos antes del desayuno para agradecer al Padre celestial por su protección durante la noche, y para pedirle su ayuda y cuidado durante el día? ¿No es propio también. Cuando llega el anochecer, que los padres y los hijos se reúnan una vez más delante de Dios para agradecerle las bendiciones recibidas durante el día que termina?” White, E. G. (1954).

Jesús sabía que necesitaríamos el pan de vida no sólo una vez, sino repetidamente, especialmente cuando nos enfrentamos a los retos diarios del matrimonio y las diferencias familiares. Por eso Jesús dijo: “Todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica será como un hombre prudente que construyó su casa sobre…”. La roca. Y cayó la lluvia, y vinieron las inundaciones, y soplaron los vientos, y azotaron aquella casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:24, 25). Así pues, participar del pan de vida es construir sobre las palabras de Jesús, construir sobre sus enseñanzas, construir sobre sus valores, construir sobre su amor.

EL PAN INNOVADOR

Sin duda, Jesús es la mayor innovación de Dios, el enviado al mundo “para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Cuando creemos en él y comemos el Pan de Vida leyendo su Palabra en nuestras familias cada día, recibimos el perdón y la inspiración que necesitamos para afrontar los muchos retos que inevitablemente surgirán en nuestro matrimonio y en nuestras relaciones familiares. Alimentados con “el alimento que perdura hasta la vida eterna” (Juan 6:27), podemos ser el pueblo de Cristo en el mundo, e indicar a los demás la paz, la justicia, la humildad, la paciencia, la bondad y la salvación del reino de los cielos en nuestras relaciones matrimoniales y familiares, a pesar de las diferencias entre nosotros. En este sentido, Pablo nos recuerda: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7).

A lo largo de los siglos, ha habido muchas innovaciones en la alimentación, desde el reparto de comida a domicilio hasta los robots que preparan ensaladas. Pero toda esta comida terrenal acaba echándose a perder; es “la comida que perece” (Juan 6:27). Por bueno que sea, hasta el pan de maíz se echa a perder. De hecho, hasta el maná, por milagroso que fuera, se echó a perder al cabo de un día. Nada de eso perdura para la vida eterna. Sólo creyendo en Jesús y haciendo Su voluntad en nuestras relaciones matrimoniales y familiares cada día, mediante el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la bondad, la ­fidelidad, la mansedumbre y el autocontrol (Gálatas 5:22, 23), podemos recibir el pan de Dios que nos da vida a nosotros y al mundo, tanto personal como universalmente, especialmente en nuestras relaciones matrimoniales y familiares.

CONCLUSIÓN

Todos hemos abierto el refrigerador muchas veces para tomar un aperitivo y nos hemos dicho: “Tengo hambre, pero no sé qué quiero comer…”. En realidad, muchos de nosotros llevamos demasiado tiempo comiendo comida chatarra. Es hora de tomarnos en serio el consumo y disfrute de alimentos nutritivos, que produzcan crecimiento y transformen la vida. Hoy tenemos que unirnos a la multitud que rodeaba a Jesús y decir: “Señor, danos siempre este pan” (Juan 6:34). Es una petición que podemos hacer sin necesidad de un Smartphone o una aplicación. Es una petición que debemos hacer cada día, cada hora, de hecho, cada minuto.

Porque nuestra hambre más profunda -sin duda- es la del auténtico pan vivo, Jesucristo mismo. Él debe ser nuestra elección en nuestras relaciones matrimoniales y familiares hoy y todos los días. Como declara el apóstol Pablo: “…andad por el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque los deseos de la carne son contrarios al Espíritu, y los deseos del Espíritu son contrarios a la carne, pues éstos se oponen entre sí para impediros hacer lo que queréis” (Gálatas 5:16, 17).

Mientras escogemos hoy participar del Pan de Vida, el Pan que es Jesucristo, que Dios bendiga hoy a su matrimonio y a su familia -a pesar de sus diferencias- al reconocer y abrazar la verdad de que Jesús es el pan que todo matrimonio y toda familia necesitan hoy. Que Dios los bendiga.

POR WILLIE Y ELAINE OLIVER

REFERENCIAS

Lidsky, D. (2017, Noviembre). “10 restaurant innovations changing the way we eat.” Fast Company, (100).

White, E. G. (1892). El Camino a Cristo. Asociación Editorial Paci­c Press.

White, E. G. (1952). El Hogar Cristiano. Asociación Editorial del Sur.

White, E. G. (1954). Conducción del Niño. Asociación Editorial Review and Herald

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