Simiente y frutos.
“Pero la semilla que cayó en buena tierra, son los que con corazón bueno y recto retienen la Palabra oída y perseveran, y dan fruto” Lucas 8:15.
El texto base de esta reflexión pertenece a la parábola del sembrador, en la que Jesús destacó la existencia de cuatro tipos de oyentes que se encuentran en todas las reuniones donde la Palabra es predicada.
- Los primeros oyentes se asemejan a los caminos recorridos por los peregrinos. La simiente cae en ellos, y enseguida es pisada por los caminantes o arrebatada por las aves como alimento.
Satanás está presente y atento en todas las reuniones, y tan pronto como la simiente cae en el corazón de estos oyentes, la arrebata. No germina, porque no penetra profundamente en su consciencia; no produce la mínima impresión en su mente.
- El segundo tipo retrata a los oyentes cuyas impresiones de la Palabra son de naturaleza efímera. Jesús subrayó el hecho de que muchos corazones se asemejan al suelo pedregoso. La simiente brota con gran vigor y produce un flujo de gozo y confortadoras emociones. Sin embargo, la euforia religiosa y las explosiones emocionales no pasan de experiencias fugaces. Carecen de raíces afirmadas en Cristo.
- La tercera advertencia se relaciona con la simiente caída “entre espinos”. Germina y crece, pero, mientras se desarrolla, es sofocada por los espinos. Esta experiencia refleja la actitud de los que oyen la Palabra pero tienen su atención centrada en los cuidados de esta vida. No se oponen a las doctrinas y preceptos del evangelio. Desean creer e, incluso, obedecer. Pero permiten que las cosas de este mundo dominen su mente de tal manera que no queda ningún espacio para que la Palabra de Dios ejerza su buena y poderosa influencia. Como resultado, la verdad es sofocada en el corazón, dejando así de producir los esperados frutos.
- Y, finalmente, la última exhortación que encontramos en esta parábola subraya el peligro de estar contentos con una experiencia cristiana que no produce frutos maduros. Dijo Jesús que el corazón de los que oyen la palabra y “dan fruto con perseverancia” se asemejan a la simiente que cayó en buena tierra. La simiente del evangelio brota, extiende sus raíces, crece y produce en abundancia los frutos sazonados del Espíritu.
Estas cuatro especies de oyentes se encuentran en todas las congregaciones. ¿A cuál de ellas pertenecemos nosotros?