AMOR, SUMISIÓN Y OBEDIENCIA
“Ninguno puede servir a dos señores, porque odiara al uno y amara al otro, o estimara al uno y menospreciara al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” Mt. 6:24
Posiblemente no ha habido otro pecado en la historia de este mundo que haya sido tan castigado por Dios, como lo es la idolatría. Individuos han sido aniquilados por idolatría, familias, comunidades, ciudades, países, regiones, e imperios completos, han sido raídos por Dios, por practicar la idolatría. Desde que el hombre pecó, la idolatría nació.
Diferentes formas de idolatrías han existido en la historia de la humanidad, desde adorar a un pedazo de leño o una piedra, adorar a la misma naturaleza, adorar a un humano, adorar a un muerto y adorar al mismo diablo han existido en este mundo, todas ellas en diferentes formas, todas ellas idolatrías.
“Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses, Ni obras que igualen tus obras.” Salmos 86: 8
Entre todos los falsos dioses que los paganos han adorado, jamás el hombre ha podido inventar con toda la fantasía de su imaginación a un Dios que fuera tan poderoso, como el verdadero Dios de los cielos.
Dios a través de su Palabra nos ordena que evitemos a estos dioses o ídolos, que son resultado de la creación y de la artesanía del hombre. Unos días antes de la destrucción de Jerusalén por el rey Nabucodonosor, el profeta Ezequiel recibió una de las visiones más crudas de la idolatría que sufría el pueblo de Israel. (Ezequiel 8:1-18)
“3°-Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza…”: (Guedejas= cabellera larga o melena) Cuando leemos este versículo, inmediatamente se nos viene a la mente una gran mano, que tiene colgado a Ezequiel por sus cabellos, pero realmente no es así.
La expresión: “me tomó por el cabello, o por la melena, o por las guedejas” es una expresión idiomática de la lengua hebrea, que significa que la persona es tomada a través de su mente, a través de su espíritu, o dicho en palabras más sencillas, Dios tomó a Ezequiel a través de una visión desarrollada en su mente; su mente fue arrebatada fuera de este mundo.
El profeta ve en esta visión a tres grupos de personas, en tres diferentes lugares del templo:
El primer grupo es de 70 ancianos y ellos están en una cámara dentro del templo; el segundo grupo lo componen mujeres y ellas están a la entrada del templo; y el tercer grupo son 25 hombres y ellos están en el atrio del templo.
Ezequiel descubre un lugar secreto dentro del templo, que se ocupaba para la idolatría a los dioses de las naciones paganas, y en este caso especialmente a los dioses egipcios, ya que los dioses con figuras de animales eran prácticamente originarios de Egipto, que se habían propagado en toda la región cananea.
Los adoradores eran un grupo de personas hipócritas, que temían o no deseaban ser vistos públicamente en su servicio de idolatría, por lo tanto, se escondían dentro de una cámara del templo.
Esta cámara era proporcionalmente grande con capacidad para más de 70 personas, y estaba sutilmente disfrazada detrás de un agujero hecho en la pared. En el templo de Dios se estaban llevando secretamente servicios abominables de idolatría, por las personas más encumbradas de la nación judía, espiritualmente hablando. La crema y nata de la nación judía se reunían a escondidas; eran 70 ancianos; este grupo no era el sanedrín, ya que el sanedrín fue instituido después de los 70 años de cautiverio en Babilonia.
¿Quiénes eran entonces estos 70 ancianos? En el libro de Éxodo, (capítulo 24:9,10), encontramos un grupo de 70 ancianos que suben con Moisés al monte. También en el libro de (Números 11:16,17) encontramos al grupo de 70 ancianos, que Dios pide a Moisés que seleccione, para depositar en ellos el mismo espíritu que ya Moisés poseía.
Los 70 ancianos eran representantes de todas las tribus de Israel; sobre estos ancianos había caído la responsabilidad de guardar una religión pura en medio del pueblo de Israel, ellos como Moisés tenían la gran responsabilidad de dirigir el pueblo de Dios, tanto legislativa como espiritualmente. En pocas palabras, estos ancianos eran pastores y eran jueces de Israel.
Los 70 ancianos que una vez acompañaron a Moisés a la reunión secreta con Dios en el monte, los 70 ancianos que una vez pudieron contemplar la gran gloria de Dios, y que sirvieron de testigos de la alianza divina con el pueblo de Israel, ahora los encontramos corrompidos, secretamente adorando a ídolos en forma de animales. Estos 70 ancianos que alguna vez enseñaron en contra de la idolatría y que también combatieron la idolatría en Israel, ahora se habían convertido en sacerdotes idólatras, silenciosa e hipócritamente.
Muchas veces encontramos personas en lugares equivocados, haciendo cosas equivocadas. Muchas veces nos llevamos las más grandes sorpresas de la vida, al encontrar personas que jamás nos imaginábamos, haciendo cosas que jamás nos imaginábamos; ejemplo de esto fue Jaanaías.
Ezequiel relata este episodio de la vida, muy lleno de sorpresa y también lleno de admiración: “…y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos…” Jaazanías fue hijo de Safán; Safán fue el oficial de la corte del rey Josías encargado de leer a Josías los libros de Moisés hallados en el templo mientras el templo se reparaba. El gran privilegio que tuvo Jaananías de aprender de su padre y de saber los hechos de su padre en todas las reformas de rey Josías, condenaba mucho más a Jaananías, por su pecado de idolatría.
Luego Ezequiel es transportado a la entrada del templo y allí encuentra a un grupo de mujeres llorando por Tamuz.
Aquí Ezequiel encuentra una manera extrema de idolatría pública y descarada. Esta es la única vez en la Biblia que se menciona a Tamuz. El verdadero nombre para este dios es Adonis o Adonías, que era un dios griego, pero los escritores de la Biblia decidieron usar su nombre traducido al babilonio que es Tamuz, ya que el nombre de Adonías en el mundo judío solo se usa específicamente para Jehová o Señor.
Ya sea en Babilonia bajo el nombre de Tamus, o en Grecia bajo el nombre de Adonis, es el mismo dios, y se le rendía el mismo culto, tanto en Grecia, Siro Fenicia, Medo y persa y también Babilonia, y ahora descubrimos que se le rendía culto también en Jerusalén, y nada más y nada menos que a la entrada del templo que pertenecía a Jehová.
Tamuz, según la mitología griega era un dios que fue muerto por un jabalí, pero volvió a la vida; mientras Tamuz estaba muerto, su esposa la diosa Venus, lo lloraba amargamente. Tamuz representaba al sol, que en el hemisferio norte suele ocultarse temprano y ser muy débil durante el invierno; el jabalí representaba al invierno que mató a Tamuz.
En las partes más septentrionales del hemisferio norte, el sol no sale por meses durante el invierno, y cuando vuelve a la vida, también no se oculta por meses; ante estas dos situaciones extremas, el hombre siempre prefiere los meses de luz, y no los meses de oscuridad. Esto se puede experimentar por ejemplo en la parte norte de Alaska en los Estados Unidos de Norte América.
El sol comienza a perder sus fuerzas el 21 de junio, que es el día más fuerte y más largo del sol sobre la tierra en el hemisferio norte. A esto se le llama el “solsticio de verano”. La palabra SOLSTICIO proviene de las palabras latinas SOL y SISTERE que ésta última significa (permanecer quieto).
Del 22 de junio en adelante el sol comienza a debilitarse, y sus días comienzan a acortarse, hasta que llega a su día más corto en el año, que es el 21 de diciembre. A esto se le llama el “solsticio de invierno”
Así “permanece quieto” el sol, en estado “de muerto” por tres días; el 21, el 22 y el 23, hasta que el día 24 de diciembre vuelve a renacer, comenzando su lucha por vencer al invierno poco a poco, y va alargando sus días lenta y gradualmente.
El 24 de diciembre es el nacimiento del niño dios Tamuz, o el niño dios Adonis, pero no es el día de nacimiento del niño Dios Jesús.
“Endechar a Tamuz o a Adonis” era un servicio religioso, que comenzaba muy tristemente con el llanto de las mujeres por la muerte de Tamuz, pero después le seguía un servicio de extremada alegría, cuando Tamuz volvía a la vida. Esta alegría se convertía en una fiesta, donde las mujeres se terminaban prostituyendo en honor a los vivificantes poderes de Tamuz y se convertía en una orgía desenfrenada donde tomaban participación todos los asistentes.
Hasta este momento Ezequiel ha visto en su visión los extremos de la idolatría; ha visto a los 70 ancianos adorar a imágenes en una recámara secreta del templo, y también ha visto la prostitución celebrarse públicamente a la entrada del templo en honor a Tamuz.
Ahora Ezequiel es llevado al segundo lugar más sagrado del templo. El lugar santísimo era el lugar más sagrado y después de este lugar estaba el “atrio de los sacerdotes”. Ezequiel es llevado al “atrio de los sacerdotes”, que era el mismo lugar donde se ofrecían los sacrificios a Jehová para la sanación y para el perdón del pueblo.
Allí había 25 hombres con sus espaldas al templo y sus rostros hacia el oriente donde el sol nace. Esta manera de adorar coincidía con la manera de los caldeos, los medos, los persas y de otras naciones que tenía al sol como un dios.
Cuando Daniel estaba en Babilonia, abría las ventanas de su casa y se postraba en dirección a Jerusalén, donde estaba el templo, para adorar; estos 25 hombres que estaban en Jerusalén se postraban con sus espaldas al templo y su rostro hacia el oriente para adorar al dios sol.
Ezequiel no dice que estos 25 hombre eran los sacerdotes del templo, pero posiblemente estos 25 hombres que estaban en el atrio de los sacerdotes eran el sumo-sacerdote más los 24 sacerdotes representantes del cuerpo sacerdotal del templo, cuya descripción podemos encontrar en (1 Crónicas 24: 4 – 19.)
Si había alguna persona de los cautivos en Babilonia que dudara de la justicia y el castigo de Dios en contra de Judá, la visión de Ezequiel era una revelación de lo que era la realidad del pecado de idolatría en Judá.
El templo, que era lo más sagrado que podía haber en Judá, estaba plagado de idolatría. Dentro del templo había idolatría, en sus atrios había idolatría, y en la entrada había idolatría. Esta visión le confirma a cualquiera que tuviera dudas, que la justicia y la ira de Dios estaban basadas en la realidad. Judá con su pecado había cruzado los límites de la paciencia y la benevolencia divina.
En nuestros días modernos no estamos lejos de los babilonios, persas, griegos o del mismo pueblo judío apóstata. ¿Tenemos hoy también recámaras secretas donde mantenemos a nuestros dioses falsos y los adoramos?
Posiblemente no estamos adorando al dios Baal literalmente, hoy Baal se disfraza con la adoración a la grandeza, al lujo, comodidad y a los éxitos terrenales. Tal vez en nuestras recámaras tenemos y adoramos a Astarté; la diosa de la lujuria (la lujuria es el deseo sexual desordenado e incontrolable), ante la cual sacrificamos nuestra salud, grandes fortunas, sacrificamos familias enteras, también amistades y nuestra nobleza y pureza sexual.
Es probable que adoremos al dios Mamón: con nuestros propósitos ambiciosos, con nuestro trabajo incesante, con nuestra sed de fama y reconocimiento, estamos trabajando con todo lo que nuestras fuerzas nos permiten, solamente para lograr almacenar riquezas y así obtener un lugar de reconocimiento en la sociedad.
Posiblemente sacrificamos a nuestros hijos al dios Moloch; sacrificamos su felicidad y su crecimiento espiritual. Sacrificamos a nuestros niños en el altar de la sociedad, en el altar de las modas, en el altar de los entretenimientos mundanales, en el altar de la permisividad nociva y la falta de corrección.
Para nosotros es muy claro: la adoración solo pertenece a Dios, y nada más; no hay nada que negociar. La Palabra de Dios es clara, precisa y enfática; la adoración solo le pertenece a Dios. La historia nos ha confirmado el castigo de Dios sobre todo lo que es idolatría. Muchos confunden la palabra adoración con alabanza, ellas no significan lo mismo. Si usted tiene que definir la palabra adoración con una sola palabra, el vocablo correcto es OBEDIENCIA.
La verdadera adoración es obediencia pura, por eso es por lo que Dios es celosísimo en la adoración solamente a él. La adoración a Dios se resume en solo tres palabras, amor, sumisión, obediencia.
Dios te bendiga.