Ejercitar buenos pensamientos.

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col. 3:1,2).

Si la mente está acostumbrada a apreciar las cosas terrenales, las de este siglo, ella no tendrá satisfacción en DIOS, ni interés en ser por Él transformada. Pero si la mente se detiene en las cosas relacionadas con Dios, entonces sentirá el deseo de ser cambiada, y el ser entero se beneficiará con ello.

“Un predicador puede tratar temas elevados y santos y sin embargo no tener un corazón santificado. Puede entregarse a Satanás para que obre maldad y corrompa las almas y cuerpos de su rebaño. No obstante, si las mentes de las mujeres y las jóvenes que profesan amar y temer a DIOS, fueran fortificadas por su Espíritu, si hubieran ejercitado sus mentes con pensamientos puros y se hubieran preparado para evitar toda apariencia de mal, estarían a salvo de cualquier insinuación impropia y estarían protegidas de la corrupción que prevalece a su alrededor. Refiriéndose a sí mismo el apóstol Pablo escribió: “Sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27 (Consejos Sobre la Salud, 573).

Somos transformados por lo que contemplamos. Los pensamientos forman hábitos, y estos sirven para gobernar nuestra mente. Somos gobernados por los hábitos así como una computadora es gobernada por los programas. “Nuestras mentes alcanzan el nivel de las cosas donde moran nuestros pensamientos, y si pensamos en las cosas terrenas dejaremos de ser impresionados por aquello que es celestial. Obtendríamos un gran beneficio de la contemplación de la misericordia, de la bondad y del amor de Dios; pero sufrimos una gran pérdida espaciándonos en aquellas cosas que son terrenas y temporales” (Nuestra Elevada Vocación, 341). “Aunque estemos rodeados de una atmósfera corrompida y manchada, no necesitamos respirar sus miasmas, antes bien podemos vivir en la atmósfera limpia del cielo. Podemos cerrar la entrada a toda imaginación impura y a todo pensamiento perverso, elevando el alma a DIOS mediante la oración sincera” (La Fe por la Cual Vivo, 224). “Un pensamiento malo deja una mala impresión en la mente. Si los pensamientos son puros y santos el hombre mejora por haberlos acariciado” (Mensajes para los Jóvenes, 142). “Cualquier acto, bueno o malo, no forma el carácter; pero los pensamientos y sentimientos acariciados preparan el camino para los actos y hechos de la misma clase” (Conducción del Niño, 184).

La reforma de nuestro cuerpo, por entero, depende de lo que haya que cambiar en nuestra mente. Para salvarnos, debemos entregar nuestra mente a CRISTO, vigilar nuestros pensamientos, y mantener esos pensamientos en las cosas de lo Alto. Debemos cultivar buenos pensamientos. Los buenos pensamientos son aquellos que están en conformidad con las orientaciones bíblicas. Los malos pensamientos nos degradan, ellos son el inicio de malos actos. Es por el pensamiento que vienen las prácticas reprobables. Necesitamos seleccionar los pensamientos que ocupan nuestra mente. Es esta mente la que está capacitada para tomar decisiones, para vida eterna o para muerte eterna.

Una pregunta interesante: ¿seríamos capaces de tener malos pensamientos estando al lado de JESÚS? Muy improbable, ¿no es así? Entonces, para protegernos contra los malos pensamientos, la receta es tener comunión con JESÚS. O sea, orar con frecuencia, meditar en Él y en asuntos santos. “Debéis apartaros del terreno encantado de Satanás y no permitir que vuestras mentes sean disuadidas de la alianza con DIOS. En CRISTO podéis y debéis ser felices y adquirir hábitos de dominio propio. Aun vuestros pensamientos han de ser sujetados a la voluntad de DIOS y vuestros sentimientos puestos bajo el control de la razón y la religión” (Testimonios para la Iglesia, V, 289).

La paz y la percepción de la presencia de DIOS en nuestra vida alejan los pensamientos que perjudican nuestra espiritualidad. Y si nuestra vida espiritual es perjudicada, nuestra vida profesional, nuestra salud, nuestras relaciones, todo sufrirá y enfrentará problemas. Necesitamos tener pensamientos puros. Si nuestros pensamientos no son controlados, si les permitimos detenerse, por ejemplo, en las escenas sensuales de muchas películas, si en las conversaciones nos mezclamos en asuntos reprobables, con el correr del tiempo llegaremos a disfrutar de estos asuntos, y difícilmente sentiremos el deseo de abandonarlos. Nos volveremos esclavos de ellos. En estos casos, sólo superaremos esta dependencia por el poder del ESPÍRITU SANTO. Con todo, debemos tener la voluntad de abandonar los malos pensamientos, y las correspondientes malas prácticas.

Si buenos pensamientos ocupan la mente, expulsan o impiden los malos pensamientos. La sensación de seguridad de estar con JESÚS trae conforto, amor, comprensión, felicidad, persistencia y perseverancia, y nos hace desear obedecer y cuidar nuestra mente. La única y eficaz salvaguardia de la mente es estar con JESÚS. Estaremos con Él si nuestros pensamientos están en armonía con los pensamientos de Él. No necesitamos estar siempre repitiendo: JESÚS, JESÚS, JESÚS. Lo que necesitamos, para estar con Él, es colocar nuestros pensamientos junto a los de Él. Esto quiere decir, debemos pensar como Él pensaría en nuestro lugar.

 

Entonces, el secreto para tener una vida espiritual poderosa es cuidar de los pensamientos. Si tenemos buenos pensamientos en nuestra mente, que es la entrada del alma, todo el cuerpo estará sano y estará a salvo de las atracciones fatales. Necesitamos prepararnos para la segunda venida de modo integral. Todo nuestro ser necesita ser transformado. Y es a través de lo que pensamos que esa preparación sucede. Debemos buscar pensamientos elevados, puros, nobles, altruistas, que beneficien a otros y que traigan felicidad a todos. Esta es la gran exhortación, cuidemos nuestro cuerpo para que nuestra mente pueda tener pensamientos nobles y elevados. Este es nuestro gran desafío. Y DIOS está interesado en ayudarnos.

DIOS quiere que seamos ejemplo, luz para las personas que viven en oscuridad. Muchos que viven en la oscuridad creen aun así que la vida es buena. Debemos ser un grupo pequeño que muestre al mundo lo que es la vida superior, más saludable y más feliz. En una sala oscura, por ejemplo, basta una fuente de luz para iluminar a una multitud. Y así debe ser con el pueblo de DIOS.

Aquí vemos a los hijos matando a los padres, y los padres abusando o matando a los hijos, y esposos matando a sus esposas. Adolescentes resentidos se suicidan. Hombres violan mujeres y después las matan fríamente. Y hay mucha corrupción. Empresas engañan a sus clientes, restaurantes de lujo venden alimentos con el plazo vencido. Este mundo necesita una lección de vida correcta. Y el ejemplo positivo de este tipo de vida es lo que espera DIOS de su pueblo.

La tarea de un verdadero cristiano es difícil. Debe ser una fuente de pureza en medio de la inmundicia de cosas vanas en que este mundo se está convirtiendo. Parece difícil, pero así como el lirio abre sus flores blancas como la nieve dentro de un charco, así debemos ser limpios de conciencia y puros de actos en medio de una sociedad degenerada por la maldad. La situación del mundo es muy singular, la ciencia se desarrolló y tiene muchos recursos, sin embargo la calidad de vida se redujo, la inseguridad aumentó y la inmoralidad cunde por todas partes. Cada vez más vale la ley de la fuerza bruta y del deseo desenfrenado. Aunque no veamos grandes efectos, aunque no se transformen multitudes, los cristianos jamás debemos desistir de ser los representantes de la pureza de DIOS en esta tierra, pues así al menos algunos serán atraídos para la vida superior, y también se salvarán.

En qué tipo de pensamiento nos detenemos más. Si nuestro hábito es pensar en cosas de lo alto, tendremos pensamientos relacionados con nuestra salvación. Entonces seremos fácilmente transformados por DIOS. Pero si nuestros pensamientos se detienen en los atractivos del mundo, por ejemplo en novelas, películas impropias de ciudadanos celestiales, etc., entonces no habrá modo de ser transformados. Debemos colaborar con los cambios que el ESPÍRITU SANTO quiere hacer en nuestra vida. Una manera de hacerlo es pensar en las cosas que nos aproximan a DIOS, no en aquellas que nos alejan de Él.

Nuestros pensamientos deben ser gobernados por los principios bíblicos, dentro de los cuales el principal es el amor. Estos principios generan hábitos que funcionan en las mentes como los programas en las computadoras. Ellos definen lo que es positivo y lo que debemos evitar. Entonces, como por un proceso automático, obedeceremos naturalmente, no por obligación.

“Los frutos de la verdadera obra realizada por el Espíritu Santo son evidentes en el carácter. Así como un buen árbol da buenos frutos, también el árbol que sea plantado en el huerto del Señor producirá frutos para vida eterna. Los pecados dominantes son abandonados, los malos pensamientos no tienen cabida en la mente, y los hábitos pecaminosos son desalojados del templo interior. Las tendencias orientadas en un rumbo equivocado son encaminadas en la dirección correcta. Las propensiones y los malos sentimientos son desarraigadas. Los frutos que produce el árbol cristiano son un temperamento santo y emociones santificadas, los cuales son el resultado de una transformación completa. Esta es la obra que debe realizarse” (Pero Recibiréis Poder, 52).

El cambio de todo el cuerpo depende del cambio que ocurre en la mente. Y es la mente la que gobierna el cuerpo. Si la mente es gobernada por buenos principios, todo el cuerpo será beneficiado.

Dios te bendiga.

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