Dios ha revelado a la humanidad una luz especial para que comprendamos los principales enigmas de la vida. El instrumento que ha utilizado para alcanzar este propósito es su Palabra. Hoy está al alcance de todos. La Biblia, escrita en un lenguaje humano, es la revelación de Dios para los seres humanos. La Biblia no es solamente un conjunto de libros antiguos que almacena información acerca de Dios, datos históricos y arqueológicos, etcétera. Más bien, la Biblia es un libro dinámico, que nos guía, nos alienta y apoya; asimismo nos corrige y juzga, nos salva y da vida. Una lectura superficial de las Escrituras no permite aprovechar las grandes riquezas de su contenido. El peligro de leer la Biblia de esta manera es caer en la tentación de tergiversar sus intenciones originales, y luego fabricar una serie de ideas ajenas a la voluntad divina. El objetivo supremo de estudiar la Biblia no es buscar la originalidad o adquirir una nueva luz, ni suplir la necesidad de encontrar sustento bíblico para respaldar un prejuicio humano, sino más bien captar el significado del texto y aplicarlo a nuestra vida de manera práctica. Cuando esto sucede, tenemos un encuentro personal e íntimo con Dios, y con el tiempo encontraremos respuestas a muchos misterios de la vida.