La calidad de una iglesia se mide por el número de personas que envía a cumplir la misión evangélica, no por la cantidad de gente que acomoda en sus bancas.Una iglesia constantemente llena indica que es el momento oportuno para intervenirla asignando tareas específicas a un grupo equipado con diferentes talentos para establecer presencia adventista en una zona asignada de la ciudad. Jesús sabe que si esperamos desocupados pronto claudicaremos o seremos parte de un problema; ya que como espectadores, pensamos que cada sábado se nos debe servir con una programación de la mejor calidad. La espera pasiva se convierte en maldición, la espera activa se vuelve una bendición. Jesucristo nos ordena involucrarnos en la misión. La voluntad de Dios es activarnos por alcanzar a los grupos de gente vulnerables o invisibles con la certeza del mensaje de que Jesús es el Salvador que murió en la cruz y el Rey que pronto regresará por sus hijos fieles. ¡Sirvan con amor y prediquen con pasión!