Familias que oran juntas.
“En la tarde, al amanecer y al mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz” Salmo 55:17.
Si deseamos disfrutar de salud espiritual, cada día tendremos que apartar un tiempo para estar a solas con Dios. Para muchos, el mejor momento para la meditación personal es a primera hora de la mañana. Algunos se sienten incómodos ante la idea de estudiar la Biblia por la sencilla razón de que no les gusta estudiar. Si tú eres uno de ellos, ¿qué te parecería la idea de leer la Biblia? A la mayoría de la gente, la idea de leer la Biblia no le resulta incómoda. Hay personas quienes se proponen leer la Biblia de tapa a tapa, como si se tratara de una novela o un cuento. Pero no es extraño que se queden atorados en Levítico, y pierdan la lectura a partir de ese libro del antiguo testamento. Si este es tu caso, puede que te resulte mejor y más útil leer la Biblia “a la carta”; es decir: un poco de aquí y otro poco de allí…
Además de tener su propio tiempo para estar a solas con Dios, los miembros de la familia que tienen hambre y sed de justicia (Mateo 5:6) también deberían dedicar un tiempo al culto familia diario. Hay más de una manera de ponerlo en práctica, y veremos en esta reflexión esas maneras. Algunas familias tienen niños muy pequeños. En otras hay adolescentes, mientras que los hijos de otras tienen edades intermedias. Si yo ya fuera un hombre adulto con mi familia y tuviera a mis hijos en casa, independientemente de su edad, preguntaría a otros padres cómo organizan el culto familiar. Seguro que obtendría algunas buenas ideas sobre cómo desarrollarlo en mi casa.
Otra posibilidad de oración en familia es la oración con el cónyuge. Una parte importante del ministerio pastoral es orar por los demás. En algún punto de su ministerio tal vez a algún pastor pudo habérsele pasado por la cabeza la idea de que oraba con todo el mundo menos con su esposa; es decir, que no oraba a solas con ella, ella y él y nadie más. Es importante que cada matrimonio ponga en práctica este punto. No solo orar y tener culto familiar junto con sus hijos, sino también tener un tiempo apartado, íntimo con su pareja para hablar juntos con Dios. Así como en el Edén, Adán y Eva tenían una comunión diaria directa con el Señor y podían conversar con Él cara a cara, nuestra meta debe ser la misma. Cada día, tener un encuentro especial con Dios acompañado de nuestra esposa o nuestro esposo.
No se trata de sustituir las oraciones para pedir la bendición de los alimentos o las del culto familiar; es otra cosa, totalmente distinta y especial. Los esposos que oran juntos, permanecen juntos.
Si estás casado y todavía no tienes el hábito de orar junto con tu pareja, te invito a hacerlo. ¿Por qué no esta misma noche?