Instruye al niño en su camino

 

Dan:1,2) “Y el Señor entrego en sus manos a Joacim, rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios. Los llevó a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y guardó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.”

Nabucodonosor invadió a Jerusalén; con su genialidad, con su gran ejército, tomó la ciudad con la destreza militar que poseía, Pero la Biblia dice: “…Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá…” (Daniel 1:2) Nabucodonosor llegó a Jerusalén, la venció y la tomó, pero todo esto sucedió simple y sencillamente porque Dios así lo permitió. Fue un día triste para Jerusalén: la nobleza de Israel fue llevada cautiva a Babilonia. La brillante juventud, en quienes la esperanza y el futuro de la nación hebrea estaban depositada, fueron llevados cautivos a un país extraño; entre ellos estaba Daniel.

Estos cautivos eran muy distinguidos por su belleza personal. Los orientales siempre han conectado la belleza de una persona con sus poderes mentales. Posiblemente Daniel era el paquete entero, ya que los judíos siempre han presentado a Daniel como un hombre alto, de hermoso semblante (es decir, muy guapo), y con una expresión sumamente bella. Además, estos jóvenes eran muy inteligentes, tenían sabiduría, poseían conocimientos, y comprendían las ciencias: todo esto era dádiva de Dios. El rey de Babilonia había apartado a estos jóvenes para ser instruidos en el conocimiento de Babilonia. Su propósito principal era apartarlos de la religión hebrea y del Dios que ellos conocían y adoraban; de esta manera ellos llegarían a ser los futuros profetas del paganismo para el pueblo de Babilonia. Para esta posición importante necesitaban ser sabios e inteligentes y en los jóvenes hebreos, el rey de Babilonia encontraba todas las cualidades que se necesitaban.

La realidad de estos jóvenes era la tristeza y la decepción; a su temprana edad, su felicidad había sido truncada y su esperanza de prosperidad también había sido exterminada. En sus cantos se podía entender la profunda tristeza y nostalgia que pasaban en tierra extraña. El salmo “En las riberas de Babilonia” es uno de ellos:

“Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos, al acordarnos de Sión. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas. Pues allí los que nos habían llevado cautivos nos pedían canciones, y los que nos atormentaban nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos alguno de los cánticos de Sión. ¿Cómo cantaremos la canción del Señor en tierra extraña? Si me olvido de ti, oh, Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Péguese mi lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no enaltezco a Jerusalén sobre mi supremo gozo. Recuerda, oh, Señor, contra los hijos de Edom el día de Jerusalén, quienes dijeron: Arrasadla, arrasadla hasta sus cimientos. Oh, hija de Babilonia, la devastada, bienaventurado el que te devuelva el pago con que nos pagaste. Bienaventurado será el que tome y estrelle tus pequeños contra la peña.” Salmo 137:2-9

En esa tierra extraña les cambiaron el nombre.

“Dan:6,7 Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. Y el jefe de los oficiales les puso nuevos nombres: a Daniel le puso Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.”

La importancia de los nombres se asocia con los asuntos espirituales, religiosos y bíblicos, tanto para los judíos como también para los cristianos. En el mundo pagano los nombres que se les dan a los hijos lo asocian con las deidades paganas. Daniel, Ananías, Misael y Azarías tenían nombre con significados bíblicos; pero en Babilonia les cambiaron sus nombres bíblicos por nombres que tenían significados idolátricos.

Daniel significa “Dios es mi juez.” En Babilonia fue llamado Beltsasar, que era un derivado del nombre del dios más importante de los babilonios, que fue Bel. Ananías significa “Dios es mi gracia y mi favor.” En Babilonia fue llamado Sadrac, que significa “Inspiración del dios sol.” Misael es la composición de dos nombres hebreos, que en conjunto significa “Semblanza de Dios.” En Babilonia fue llamado Mesac, que significa “siervo de dios del placer” El dios del placer y la belleza de los babilonios era Sac. Azarías significa “Dios es mi ayuda.” En Babilonia fue llamado Abed-Nego, que significa “siervo de la luz brillante” o, en otras palabras, “siervo de Lucifer.”

Babilonia llegó muy tarde a la vida de estos cuatro jóvenes hebreos. Los caldeos pudieron cambiar sus nombres, pero nunca pudieron cambiar sus principios. Toda instrucción que se da a los niños en su edad temprana es difícil de ser borrada; estas tempranas instrucciones son las impresiones que tienen duración eterna en la mente de los niños. Esas instrucciones se enraízan en la mente de los niños hasta formarlos en hombres y constituyen de esa manera el molde de los seres humanos al llegar a la adultez. Bien dijo el sabio Salomón: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él.” (Proverbios 22:6)

Las palabras habladas a los niños son como las palabras habladas en la galería de los susurros, que aparentemente no se escuchan, ni hacen su efecto inmediatamente; pero su efecto se produce un tiempo después, quizá años más tarde y sus ecos repercuten en los caminos más remotos de la vida. Los gobernantes pueden cambiar el nombre, pero nunca el corazón de un verdadero hijo de Dios.

¡Qué ejemplo para la moderna juventud adventista!

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