Las picaduras de abejas.
Esta información es recabada gracias a estudios realizados por el Doctor Peter N. Landless y Allan R. Handysides. El Doctor Peter N. Landless es cardiólogo nuclear certificado y director del Departamento de Ministerios de Salud de la Asociación General. El Doctor Allan R Handysides es ginecólogo certificado y exdirector del Departamento de Ministerios de Salud de la Asociación General.
Las picaduras de insectos pueden causar reacciones severas variadas, pero el grupo de insectos denominado hymenoptera es el más temible. Hay tres familias de hymenoptera que suelen causar reacciones alérgicas: Los apidae (abejas melíferas y abejorros), los vespidae (avispas y avispones), y las formicidae (hormigas coloradas).
Solo las hymenoptera hembras pican, y por lo general solo lo hacen como mecanismo de defensa, cuando se ven amenazadas. El veneno contiene varias aminas y cininas, químicos que contribuyen a que sintamos dolor, hinchazón y picazón en el lugar de la picadura. Las abejas melíferas dejan el aguijón en la víctima, que puede ser quitado raspándolo con la uña. Esto no disminuye la reacción, porque el veneno suele descargarse en veinte o treinta segundos, tiempo menor a lo que suele llevar la remoción del aguijón. La existencia de una fuerte reacción local no implica de por sí una reacción sistémica (en todo el cuerpo), cuya forma más severa es la anafilaxia. Una vez que la persona sufre una reacción sistémica con fuerte manifestación alérgica, sin embargo, se puede anticipar que sucederá lo mismo en caso de ser picado nuevamente. Suelen ser reacciones muy rápidas, aunque en ocasiones pueden aparecer en forma retardada.
Todo el que haya sufrido una reacción seria necesita consultar con un alergista o inmunólogo, para que se le practique una prueba de anticuerpos IgE. Estos anticuerpos se relacionan específicamente con las reacciones alérgicas de diverso grado. Los pacientes podrían iniciar un tratamiento de insensibilización, que acaso requiere tres años de exposición repetida al antígeno específico para culminar el tratamiento con éxito.
En el mundo varía mucho el número de casos fatales por picaduras de abejas, dado que va desde dos al año en Suecia a unos cuarenta en Estados Unidos. Las abejas melíferas pertenecen a las familias de los hymenoptera, y son por lejos las mayores culpables. Las así llamadas “abejas asesinas” no son más venenosas pero sí más agresivas, y a veces atacan en enjambres. En ese caso se puede producir una reacción no alérgica sino tóxica (envenenamiento).
Por lo general, la reacción pasajera y localizada demanda escaso tratamiento, más allá de unas compresas frías de hielo, o alguna anestesia tópica y crema con corticoides. Rara vez se necesita antibióticos, y la aparición de líneas rojas en forma casi inmediata indica una reacción al veneno, no una infección.
Las reacciones sistémicas son mucho más serias, y demandan la atención médica inmediata. La obstrucción de las vías respiratorias superiores o el colapso cardiovascular pueden ser fatales. La inyección inmediata de epinefrina (adrenalina) en el músculo medio de la pierna tiene que llevarse a cabo con una Epi-Pen ya preparada, o una dosis de 0,5 miligramos en caso de un adulto y 0,3 miligramos para un niño. No existen contraindicaciones para el uso de adrenalina/epinefrina y ante la presencia de anafilaxia, esta puede salvar la vida.
Si los síntomas persisten, se indica una dosis repetida en intervalos de cinco a quince minutos. La mayoría de los pacientes requiere solo una inyección, pero es imperativo llevar a la persona rápidamente a un centro médico. Los antihistamínicos también ayudan a combatir los síntomas. Es importante observar al paciente durante al menos doce horas en una unidad equipada para tratar la repetición de los síntomas.
Los adultos y niños con historia de anafilaxia deberían llevar consigo un inyector de epinefrina. Es importante que esos pacientes eviten las zonas de riesgo, y que tengan siempre disponible más de un inyector.
Lo importante es diferenciar claramente entre una reacción local (dolor, hinchazón, enrojecimiento en la zona de la picadura) y una reacción sistémica (hinchazón de los tejidos de la garganta, dificultad para respirar, o desmayo), dado que las reacciones sistémicas son las realmente peligrosas.