“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20).
Creado para la obra de Dios
Zsolt, un estudiante de teología de Austria estaba desanimado. Había sido invitado a evangelizar en Kenia, pero solo 30 invitados llegaron cada noche durante la primera semana. El esperaba mucho más. Frustrado, se encerró en su habitación y oró por cuatro horas. Presentando toda su desesperación ante Dios, el rindió todo su ser y esperó. Él estaba seguro de que Dios había escuchado, aunque todavía dudas y temores le preocupaban. Entonces llegó la reunión de la noche: ¡600 personas llegaron! Luego, llegaron 700, luego 1,000. Al final, 39 fueron bautizados por la gracia de Dios.
Siempre que tratamos hacer grandes cosas para Dios, enfrentamos una pregunta vital: ¿Estoy trabajando para Dios con mis habilidades humanas? ¿O está trabajando a través de mí con sus habilidades divinas?
La Biblia aborda este misterio de como un Dios poderoso trabaja a través de humanos débiles. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). Este verso se refiere a dos “obras.” En primer lugar, Dios nos “ha creado en Cristo Jesús.” Esta es la nueva vida que él nos ha dado en Cristo. Entonces Dios hace una segunda obra en nosotros: las “buenas obras” que él ya ha preparado para que nosotros hagamos. ¿cómo debemos vivir para que Dios pueda hacer estas obras a través de nosotros?
- Vive en el Espíritu Santo: “Pero hasta que reciban el Espíritu Santo no podrán llevarlo con poder, ni podrán darse cuenta de lo que Dios puede hacer por medio de ellos.” (Recibiréis poder, p. 288).
- Vive en entrega total a Cristo: “El que se entregue plenamente a Dios, será guiado por la mano divina… A medida que atesore las lecciones de la sabiduría divina, se le confiará una comisión sagrada” (Hechos de los apóstoles, pp. 230).
Al completar las tareas que Dios ha preparado para nosotros, crecemos en fe y nuestras habilidades espirituales y mentales son desarrolladas. Aun nuestros fracasos sostienen lecciones valiosas porque aprendemos que ningún esfuerzo humano puede tener éxito sin Dios como centro. “La predicación de la palabra sería inútil sin la continua presencia y ayuda del Espíritu Santo” (El Deseado de todas las gentes, p. 625).
No con fuerza, ni con poder
Así como los predicadores deben ser empoderados por el Espíritu Santo, así también es para los autores de materiales espirituales: “Si la salvación de Dios está con el que escribe para el periódico, el lector sentirá el mismo espíritu… Pero una pieza escrita cuando el escritor no vive completamente para la gloria de Dios, que no está completamente dedicado a Él, los ángeles sienten la falta con tristeza. Se apartan de él y no impresionan al lector con eso porque Dios y Su Espíritu no están en él. Las palabras son buenas, pero carecen de la cálida influencia del Espíritu de Dios” (EGW Letters and Manuscripts, vol. 1, p. 532).
Este principio es cierto para todas las tareas, ya sea ministerial, de enseñanza, dirigiendo un proyecto misionero, entrenando a un niño o cualquier otra cosa. “No es el poder que emana del hombre el que da éxito a la obra, sino que el poder de los seres celestiales que cooperan con los agentes humanos lleva la obra a la perfección.” (Servicio cristiano, p. 322).
Aun el humano Jesús de Nazaret dependía diariamente de su conexión con el cielo. El preguntó a sus discípulos, “¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras.” (Juan 14:10). Demos un vistazo al apóstol Pablo. ¿cómo puede un hombre sostener una misión tan increíblemente grande? Él dijo, “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gálatas 2:20). Pablo entregó su autonomía y permitió que Jesús dirigiera su vida. Él explicó, “No me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para que los gentiles lleguen a obedecer a Dios. Lo ha hecho con palabras y obras, mediante poderosas señales y milagros, por el poder del Espíritu de Dios” (Romanos 15:18, 19, NIV). La clave es estar en Cristo.
Dios quiere hacer cosas increíbles aun hoy. Sus planes van más allá de nuestras capacidades. Solo con una conexión de oración constante con el podemos llevar a cabo la tarea que él ha preparado. Él nos invita, “Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes” (Jeremías 33:3).
Orando la Palabra de Dios
Habilidades humanas solo logran resultados humanos.
“Así Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era poderoso en palabra y en obra…sus hermanos reconocerían que Dios iba a liberarlos por medio de él, pero ellos no lo comprendieron así… [Dios] los sacó de Egipto haciendo prodigios y señales milagrosas” (Hechos 7:22, 25, 36).
Amado Padre, guíanos a rendirnos como Moisés lo hizo después de sus años como pastor de ovejas. Sabemos que también puedes hacer señales y maravillas a través de nosotros cuando vivimos por el poder del Espíritu Santo. Haz que estemos dispuestos a seguir donde nos guíes. Gracias por tu poder divino.
Somos creados en Cristo para buenas obras.
“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” (Efesios 2:10). Señor, haznos instrumentos en tus manos para salvación y bendición de nuestro prójimo. Sabemos que el cumplimiento del evangelio depende de esta pregunta: ¿Estoy trabajando para Dios con mis habilidades humanas o está trabajando Dios a través de mí con sus habilidades divinas? Enséñanos que no podemos servirte por nuestra propia cuenta. Gracias por prometer obrar a través de nosotros. Bendice la obra de nuestras manos.
Más oraciones sugerentes
Agradecimiento y alabanza: De gracias por bendiciones específicas y alabe a Dios por su bondad.
Confesión: Tome algunos momentos para confesión privada y pedir a Dios su perdón.
Guía: Pida a Dios que le otorgue sabiduría para los desafíos y las decisiones actuales.
Nuestra iglesia: Pida a Dios que bendiga los esfuerzos locales, regionales y mundiales de nuestra iglesia.
Pedidos locales: Ore por las necesidades actuales de los miembros de iglesia, la familia y los vecinos.
Escuche y responda: Tome tiempo para escuchar la voz de Dios y responder en alabanza y canción.
Himnos sugeridos
Himnario adventista: ¡Oh! ¡Maestro y Salvador! (#442); No yo, sino él (#251); A cualquiera parte (#404); Cúmplase, oh Cristo, tu voluntad (#245).
Otros himnos: Hazme un siervo; A su tiempo.
Unión Mexicana del Norte.