Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.( Malaquías 1:11)
Sea el pueblo de Israel, sean los judíos o sea la iglesia. Entenderemos algo sobre el respeto que debe corresponder a ese amor. Veremos que nuestra dedicación a DIOS debe ser de primera calidad, así como en aquellos días él no aceptaba los sacrificios de segunda categoría, como de animales defectuosos por ejemplo. También aquellos que son líderes deben esforzarse para enseñar correctamente y ni pensar en enseñar una cosa mientras se practica otra dando un pésimo testimonio. Todos nosotros debemos ser fieles a DIOS en nuestros diezmos y ofrendas, pues eso es lo que le devolvemos y damos por ya habernos bendecido. “Si nuestros negocios seculares prosperan, ello se debe a que Dios nos bendice. Una parte de estos ingresos debe consagrarse a los pobres, y una gran porción debe dedicarse a la causa de Dios. Cuando se le devuelve a Dios lo que él pide, el resto será santificado y bendecido para nuestro propio uso. Pero cuando un hombre roba a Dios reteniendo lo que él requiere, su maldición recae sobre el conjunto” (Joyas de los Testimonios 1, 555).
También debemos ser capaces de demostrar nuestra comunión con DIOS siendo felices en el matrimonio. En nuestro medio, los jóvenes deben casarse por elección divina y no por impulso personal cuyos lazos no perduran. Y finalmente, iremos a ver algo sobre la segunda venida de CRISTO, que será anunciada por Elías quien aparece por tercera vez. La primera vez fue el propio Elías de los tiempos del rey Acab y Jezabel, después vino figuradamente en le persona de Juan el Bautista, y hoy viene figuradamente también por medio de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. No es una reencarnación del profeta, que está vivo en el Cielo, sino un trabajo idéntico al que él hizo, esto es, la restauración de los marcos antiguos de la fidelidad a DIOS, marcos que jamás se desactualizan.
Satanás consiguió introducir sutilmente en el culto del pueblo de DIOS una práctica abominable, la cual se produjo debido a la negligencia de los sacerdotes. Estos dejaron de instruir al pueblo y le permitieron traer animales defectuosos, mancos, ciegos, enfermos, débiles, o con cualquier otro defecto. El raciocinio era el siguiente: él va a morir de todos modos, va a ser despedazado y quemado, luego no importa que sea un animal más barato, de menor costo. Por falta de instrucción, el pueblo dejó de concentrarse en el verdadero sentido de los sacrificios. Aquellos animales representaban a JESUCRISTO, que en un futuro vendría como el verdadero Cordero de DIOS, para morir en lugar de ellos. ¿Esperaban ellos un Salvador débil, escuálido, enfermo, ciego, manco e incapaz? ¿Y que no fuese capaz de salvarlos? ¿Era ese el concepto al respecto del Mesías venidero? Ellos ya no asociaban aquellos sacrificios con el verdadero sacrificio, aquél que resolvería todo el problema causado por el pecado. Por medio del profeta Malaquías DIOS advirtió sobre esa práctica mezquina en el culto que le era ofrecido.
¿Y nosotros hoy, qué culto ofrecemos? ¿Descuidado o animado? ¿Será que estamos hablando demasiado alto en el ambiente de culto? ¿Será que caminamos de aquí para allá y de allá para acá? ¿O no educamos a los niños y dejamos que hagan lo que quieran, perturbando el culto? ¿Y muchos todavía lo consideran algo gracioso, como siendo “cosas de los niños? ¿O tratamos de nuestros negocios en pleno día de sábado? ¿Desfilamos la última moda en la iglesia o mostramos el carro nuevo a los demás? ¿Exhibimos las tabletas para que todos los vean? ¿Somos discretos o escandalosos al saludar a las personas dentro de la iglesia? ¿Nuestros ambientes de culto son solemnes pero atrayentes, o son bullangueros y triviales? ¿O ellos son monótonos, sin ninguna espiritualidad, solo rutinas tan repetitivas que perdieron el significado? Algunos pasan el tiempo manoseando sus celulares. Otros viajan mentalmente por todo tipo de asunto.
¿Estamos dando atención al estudio de la lección de Escuela Sabática? ¿Estamos leyendo la Biblia, y estudiando sobre sus asuntos? ¿Estamos dedicando tiempo para las tareas de la iglesia? ¿Hemos asumido el cargo que tenemos para hacer un buen trabajo para JESÚS? ¿Hemos leído el Manual de la Iglesia para ver cuáles son nuestras funciones? ¿Nuestros líderes han hecho programas de entrenamiento para aquellos que recibieron los cargos? ¿Me doy cuenta de que entrenamiento es enseñar cómo se hace y no apenas la comunicación de una programación que será desarrollada posteriormente? ¿Aquellos que tienen cargo en la iglesia, saben qué es lo que se espera de cada uno de ellos? ¿Las reuniones administrativas son regulares y objetivas? ¿Los asuntos importantes son tratados en estas reuniones, como por ejemplo, sobre los candidatos al bautismo? ¿Estas reuniones están sirviendo para resolver los problemas, o solo para castigar a los que yerran? ¿Y cómo estamos cuidando de la salud? ¿Somos realmente un pueblo saludable significativamente superior? ¿O somos apenas un promedio poco mejor? ¿Nuestro cuerpo es realmente el templo del ESPÍRITU SANTO? ¿Nos preocupamos en aprender a mejorar en relación a los cuidados de la salud? ¿Somos ejemplo para los demás en ese aspecto?
“Aunque dirigidas al Israel de antaño, estas palabras contienen una lección para el pueblo de Dios de hoy en día. Cuando el apóstol se dirige a sus hermanos, y los insta a presentar sus cuerpos en “sacrificio vivo, santo, agradable”, presenta principios de verdadera santificación. No es meramente una teoría, una emoción, o mero palabrerío, sino un principio vivo y activo que entra en la vida cotidiana. Requiere que nuestros hábitos de comer, beber, vestirnos, sean tales que aseguren la preservación de la salud física, mental y moral, a fin de que podamos presentar al Señor nuestros cuerpos, no como una ofrenda corrompida por hábitos erróneos, sino como “sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. Rom. 12:1” (La Edificación del Carácter, 25)
El profeta Malaquías actuó alrededor del año 450 a. C. Antes de él hubo el retorno del grupo de Esdras, de acuerdo a ese libro, y después de él, el retorno de Nehemías, que también tiene su libro. Unos 40 años antes de Malaquías es que ocurre la historia de Ester. En el tiempo de ese profeta fue que salió la tercera orden para reconstruir la Ciudad de Jerusalén y sus muros, en el año de 445 a.C. Esa orden fue dada a Nehemías. El profeta Malaquías estaba preparando el ambiente en Jerusalén, para que fuese cumplida la orden que marcó el inicio de los 2,300 años así como de las 70 semanas dadas al pueblo de DIOS. Había muchas cosas para enmendar.
Una de las cosas que necesitaban ser reformadas era el matrimonio. El divorcio entre los moradores del pueblo de DIOS se había tornado algo muy trivial. Cuando sus esposas envejecían, los hombres (que envejecían igual) las repudiaban como si fuesen cosas, sin sentimiento, y las cambiaban por otras más jóvenes, de origen pagano. Eso era una abominación, faltaba amor, sentimiento, fidelidad entre las parejas. Se formó una cultura de frialdad y las mujeres eran tratadas como entre los paganos: servían apenas para trabajar y ‘hacer’ hijos para mano de obra, no para ser amadas y consideradas compañeras de toda la vida.
Ese problema ocurrió porque los sacerdotes enseñaban mal al pueblo, y este se descarrió hacia las prácticas perniciosas de otras naciones, en donde eran consideradas normales. Pero el matrimonio bíblico es sagrado para DIOS, y así debe ser considerado por nosotros también. Los jóvenes deben orar para que DIOS escoja su pareja. En estos tiempos modernos, solo así para no equivocarse en algo que traerá consecuencias para toda la vida, o quien sabe, para la eternidad.
Hoy debemos tener mucho cuidado con el matrimonio. Los principios bíblicos al respecto, que nuestra iglesia defiende y enseña, son los mejores para que seamos felices toda la vida y para que alcancemos la vida eterna. Ya sé de un expresivo número de casos de jóvenes nuestros que despreciaron la conducta natural para tornarse homosexuales. ¿Y qué decir en cuanto al divorcio entre nosotros, el pueblo de DIOS? Hay mucha superficialidad en relación al matrimonio. Se casan porque la cara es bonita, o porque tiene dinero, o porque le dio la gana, apenas una pasión momentánea. DIOS está quedando fuera cada vez con más frecuencia. Sin embargo, es DIOS quien los debe escoger el uno para el otro, y es él quien tiene la capacidad de transformarnos para que uno sea el complemento del otro. Hoy, en estos últimos días, nosotros, adventistas del séptimo día, o damos testimonios de los principios de vida de nuestra iglesia, o estaremos viviendo conforme el mundo pero diciendo que somos del pueblo de DIOS. “Los que reciben a Cristo por la fe como su Salvador personal no pueden estar en armonía con el mundo. Hay dos grupos distintos: los que son fieles a Dios, y guardan sus mandamientos, mientras que los otros hablan y actúan como el mundo, poniendo a un lado la Palabra de Dios, que es la verdad, y aceptando las palabras de los apóstatas que rechazaron a Jesús” (Testimonios para los Ministros, 139). Ese problema ya era combatido por Malaquías y lo que él orientó debe servir para concientizarnos a fin de no volver a cometer el mismo error.
El plano del diezmo es el de una sociedad con DIOS en que él nos favorece más de lo que todos pueden obtener normalmente, y nosotros le devolvemos algo de aquello que nos dio. Hay dos maneras de devolución: una es el diezmo, y la otra son las ofrendas voluntarias, un porcentaje decidido por cada persona.
Es necesario saber que no podemos quedarnos preocupados en cómo el diezmo viene siendo utilizado. Es obvio que, si sabemos de fallas en la administración de esos valores, tenemos la responsabilidad de tomar las correspondientes medidas, sin embargo, lo que no debemos es retener el diezmo o las ofrendas. O sea, cuando devolvemos como DIOS pide, pero esos recursos son mal utilizados por otros, estos sufrirán las consecuencias y no por eso DIOS deja de bendecirnos. En otras palabras, nunca perdemos nada por devolver el diezmo fielmente, siempre DIOS nos favorece.
Hay, sin embargo, un pero, no seamos fieles solo en los diezmos, seamos fieles en todo, en el comportamiento en el hogar, en las actividades profesionales, en el cuidado con la salud, en las relaciones personales, etc. Que no vayamos a pensar que siendo fieles apenas en los diezmos, iremos así a enriquecer. En ese caso, diezmos y ofrendas no pasarán de un gasto más en nuestro presupuesto.
Pero no debemos precipitarnos. Debemos persistir en el camino correcto, aun cuando parezca el menos privilegiado. En nuestros días, así como en aquellos tiempos, los malos prosperan y los buenos sufren y, generalmente, estos últimos pagan la cuenta de la prosperidad de aquellos. En muchos casos, tal prosperidad es fraudulenta, fruto de intrigas y mafias, que le roba a quien trabaja honestamente. Como fue escrito para el pueblo justo y fiel de aquellos tiempos, también hoy “Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él”. Si, DIOS sabe todo lo que ocurre, y en nuestros días, estamos muy próximos del gran juicio, en que se hará diferencia entre los honestos y los defraudadores.
DIOS aún está al tanto. Todo está siendo anotado y en el día del juicio será recuperada esa información y por ella todos serán juzgados. Lo que DIOS está haciendo hoy, como lo viene haciendo desde hace milenios, es dar a los buenos lo necesario ni siempre en abundancia, pues hacerse rico aquí en este mundo es una situación de alto riesgo para la vida eterna. Pareciera que fuese necesario que siempre falte alguna cosa, para que nos aferremos a DIOS con más fervor. Analicemos un texto de Salmos 17:13-15.
La prosperidad de los impíos es aquí en esta vida corta. Nuestra recompensa no es aquí, sino en la eternidad. Ellos se perderán después de unas pocas decenas de años de satisfacciones ilusorias. Como se dice por ahí, por lo menos aprovecharon los placeres terrenales. Viendo las cosas de ese modo. DIOS los tiene como hijos también, y ya que están perdidos y no quieren salvarse, entonces él los recompensa aquí, para que tengan algo que les parece bueno mientras viven. Ahí viene la pregunta: ¿Qué es lo que vale más, vivir regaladamente por 80 o 90 años aquí, o vivir eternamente entre riquezas y glorias que por aquí uno ni consigue imaginar? Esa es la cuestión. Aquí, nosotros, los justos, estamos invirtiendo para un día tener allá en la Nueva Tierra. Ellos son como el hijo pródigo antes de arrepentirse: viven aquí mismo como les parece que es bueno.
Hay tiempo y lugar para todo delante de DIOS. Él ha ejecutado juicios a lo largo de la historia, pero en esos casos fue para impedir que la humanidad desapareciese. Así fue en el Diluvio, en Sodoma y Gomorra, y en otros casos menores. Sin embargo, lo normal en DIOS no es hacer justicia a lo largo de la historia, sino al final de ella. A lo largo de la historia los seres humanos han tenido tiempo para demostrar si desean seguir al Hijo de DIOS o si prefieren apenas vivir esa vida pasajera. Oportunidades son dadas a las personas para que se arrepientan, y durante ese tiempo puede hasta parecer que DIOS ni siquiera existe. Él deja a todos en plena libertad, sin interferir en la voluntad de cada uno, a pesar de que, si la persona lo desea, actúa por su bien transformándola.
Siempre hubo en todos los tiempos, agentes de DIOS que advirtieron al pueblo en general. Pero en ciertos momentos esa acción fue más potente, y nosotros conocemos cuáles fueron esos momentos. Fue por ejemplo, la predicación de Noé, la de Moisés en Egipto, la de Jonás en Nínive, la de Elías ante Acab, la de Juan el Bautista (conocido como el segundo Elías, por haber hecho un trabajo de reforma como aquél profeta) preparando la primera venida de JESÚS y la acción de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (conocida como el tercer Elías, por hacer un reavivamiento y reforma internos para lanzarse a todo el mundo con el poder del ESPÍRITU SANTO) preparando la segunda venida de JESÚS. Y, justo antes del regreso de JESÚS, comienza el juicio de los impíos, pues el de los justos ya está realizándose desde 1844.
No debemos desesperarnos si aún vemos tanta injusticia hoy en día, pues la justicia que se hace aquí, no pasa de trapos de inmundicia. Tampoco debemos preocuparnos con la injusticia que favorece a la iniquidad, porque en el debido tiempo, el cual ya está muy próximo, la justicia va a pesar mucho sobre los impíos. Por el momento, aún hay oportunidad de arrepentimiento pues aún no es el tiempo de la parte ejecutiva del juicio.
DIOS ama a su pueblo, y está siempre atento a lo que le ocurre, aunque parezca lo contrario. Él está conduciendo todo para el desenlace, el fin del mal y el rescate de los fieles.
Tenemos grande responsabilidad delante de DIOS. A lo largo del tiempo, él ha demostrado cuánto nos ama. Debemos corresponder a ese amor, sea por medio de nuestra preparación como futuros ciudadanos celestiales, sea por nuestro compromiso con el trabajo de atraer otras personas para el Reino de DIOS.
Estamos viviendo en tiempos solemnes, de grandes decisiones. Necesitamos concientizarnos cada día que el tremendo y terrible desenlace del gran conflicto está aproximándose. Esto es para nuestro tiempo. Tenemos que tomar decisiones adecuadas para la vida eterna.