Tristezas transformadas en gozo

 

Tristezas transformadas en gozo

“Os aseguro que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará. Vosotros os entristeceréis, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo” Juan 16:20.

Muchos creen que la iglesia es una institución creada para echar a perder los placeres que ofrece la vida. Viven su experiencia religiosa como si fueran mártires; siguen a Jesús como si estuvieran acompañando un funeral. Sí, hay muchos que no disfrutan las alegrías que el evangelio proporciona porque tienen un concepto equivocado de lo que es la religión cristiana.

Pero el cristiano genuino tiene abundantes razones para disfrutar un gozo continuo, es decir, un estado del espíritu en el que predomina el contentamiento y la alegría. Sin embargo, una gran mayoría de creyentes vive en un estado permanente de irritación, tristeza y aprensión. Y ésta es, sin duda, una de las razones por los que muchos no ejercen una influencia positiva sobre quienes viven sin Cristo. El mundo necesita ver en nosotros algo que él no posee. El creyente que irradia contentamiento, aun cuando esté siendo agitado por las pruebas, constituye un poderoso imán. El magnetismo de su personalidad atraerá a muchos al Salvador.

Cuando Jesús estaba por dejar a sus discípulos, les dijo: “Dentro de poco no me veréis. Y un poco después me volveréis a ver” (Juan 16:16). Con la crucifixión, quedarían sin la compañía de aquel que tanto amaban. Su muerte significaría para ellos una terrible tragedia. Por eso Jesús afirmó: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción. Pero tened buen ánimo, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). ¡Preciosa promesa! Jesús nos promete erradicar la tristeza. Él dice: “En el mundo tendréis aflicciones”. Pero las aflicciones se transformarían en fuente de alegría.

El cumplimiento ocurrió en ocasión de la resurrección. Durante casi tres días la vergüenza de la cruz quebrantó el corazón de los discípulos. Pero cuando descubrieron que Jesús había resucitado, la angustia y el pesar fueron sustituidos por un gozo radiante.

“En el mundo tendréis aflicciones”. Esa es la experiencia de muchos creyentes. ¡Cuántas veces perdemos un ser querido y sentimos que se abre ante nosotros un inmenso vacío! Otras veces somos atribulados por la enfermedad y afligidos por sufrimientos físicos, y nos sentimos tristes.

Jesús usó la ilustración de la mujer embarazada que está a punto de dar a luz y que, pasada su aflicción, se olvida y con alegría exulta por el hijo que nació.

Un poco más y veremos al Señor. Y nuestras lágrimas se transformarán en expresiones de gozo.

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