
Haz lo que te dicen, pero no lo que hacen.
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Y en vano me rinden culto, enseñando doctrinas que son preceptos de hombres” (Mateo 15: 8, 9). Aquí podemos recordar el efecto “dueño del perro”. En general, este efecto es cierto. Los dueños de perros siempre dicen: mi perro no ladra, no ataca…