¿Por qué JESÚS llamó a pobres para que trabajen con él?

“Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. Y dejando luego sus redes, le siguieron” (Marcos 1: 16-18).

Hay pobres necios y hay pobres sabios. Los ingenuos difícilmente salen de la pobreza, pero los sabios frecuentemente prosperan aprovechando las oportunidades de la vida. La familia de JESÚS era pobre, a tal punto que cuando fueron al templo para presentarlo, en lugar de llevar un cordero para el sacrificio, ofrecieron dos palomas, como lo hacían los muy pobres. Como predicador, JESÚS tuvo un humilde comienzo. Invitó a otros pobres quienes se volvieron sus doce apóstoles. Parte de ellos eran pescadores, personas del nivel bajo de la jerarquía social, gente a la que no le sobraba el dinero, prestigio social, ni mucho menos poder de influencia sobre las autoridades del Sanedrín o sobre las autoridades romanas. Pero de ese inicio humilde resultó la mayor de todas las religiones, el cristianismo. Sabemos que muy pocos de los cristianos son auténticos, sin embargo, aquél grupo de pobres, dirigidos por un hombre muy pobre revolucionó el mundo.

¿Por qué JESÚS llamó a pobres para que trabajen con él? Porque los pobres tienen que abandonar pocas cosas y generalmente son más susceptibles a ser transformados. Sienten mayor necesidad de todo, son más dependientes y más fácilmente siguen a un maestro. Como siempre están necesitando de ayuda, les es más fácil adherir a un líder, aun cuando este también sea pobre. Lo bonito de esa historia es que, a lo largo del tiempo, muchos ricos humildes también adhirieron a JESÚS y dieron una excelente contribución al servicio del evangelio, como sucede también en nuestros días.

JESÚS era tan pobre que apenas podía comprar su ropa y su sustento. Comenzó invitando a doce hombres para que lo siguieran y para enseñarles sobre cómo ellos mismos podrían enseñar a otros e ir y conquistar el mundo para DIOS. JESÚS no tenía ni dinero ni posesiones. Pero el poseía algo que nosotros también podríamos tener: fe. Él hacía grandes milagros, curaciones, resurrecciones y otras cosas que ni la ciencia moderna es capaz de realizar. Ese poder de lo alto estaba a disposición del Maestro y también está a nuestro alcance. Nosotros lo tendremos cuando nos reavivemos verdaderamente.

En el año 31 cuando fue crucificado, el sólido grupo que JESÚS constituyó había crecido hasta llegar a 70 personas. Curiosamente, el mismo número de personas de la familia de Jacob que descendió a Egipto. Luego de la ascensión de JESÚS, esos 70 permanecieron unidos en el Templo y días después recibieron el poder del ESPÍRITU SANTO. En ese día, dejaron de ser 70 para ser 3070, o sea, en ese primer día de poder se multiplicaron por 43, habiendo un crecimiento más de 4000%. Pocos días después, con la adhesión de otros 5000, ya eran más de 8000 seguidores de CRISTO. JESÚS tuvo un comienzo humilde y pequeño, pero su iglesia creció rápidamente. En un poco más de 3 décadas – menos de una generación – los cristianos se habían desparramado por todo el mundo de la época. Hoy, 33% de la población del mundo de alguna forma es cristiana. Sin embargo, la verdadera iglesia de CRISTO es pequeña, se aproxima a unos 20 millones de personas. Consideremos también que el grupo de los salvos será una pequeña proporción de la población mundial, pero no olvidemos que todos recibirán el mensaje de salvación antes de la terminación del tiempo de gracia. Todos tendrán suficiente conocimiento para tomar una decisión consciente, o por DIOS guardando el sábado, o por Satanás y el mundo guardando el domingo.

Las personas comunes tienen un mayor sentido de dependencia. Las personas más entendidas o que poseen conocimiento y experiencia mayores de vida tienden a depender menos de DIOS. Hay por supuesto nobles excepciones. Es por ese motivo que JESÚS prefirió escoger a personas comunes para dar inicio a su iglesia. Le hubiese ido muy mal si hubiese escogido personas del Sanedrín o de los escribas, quienes eran personas entendidas, pero no eran personas dispuestas. Lo mismo hará al final. Ellen G. White dice que DIOS terminará la obra usando métodos simples, tan simples que muchos se sorprenderán por los efectos extraordinarios. Él de nuevo escogerá a personas comunes. “El suscitará hombres y mujeres entre la gente corriente para hacer su obra, así como en la antigüedad llamó a pescadores para que fuesen sus discípulos. Pronto habrá un despertar que sorprenderá a muchos. Aquellos que no comprenden la necesidad de lo que debe hacerse, serán pasados por alto, y los mensajeros celestiales trabajarán con aquellos que son llamados gente común, capacitándolos para llevar la verdad a muchos lugares” (Eventos de los Últimos Días, 174, énfasis nuestra).

Sin embargo, no solo la gente común es útil. Cuando la persona está bien preparada y también es humilde y dedicada a las cosas de DIOS, incluso está en una posición más favorable. “Si el intelecto es colocado bajo el dominio del Espíritu de Dios, cuanto más se lo cultiva, más eficazmente puede ser usado en el servicio de Dios. El hombre sin instrucción, que es consagrado a Dios y anhela beneficiar a otros, puede ser usado por el Señor en su servicio, y lo es. Pero los que, con el mismo espíritu de consagración, han tenido el beneficio de una educación cabal, pueden realizar una obra mucho más extensa para Cristo. Se hallan colocados en una posición ventajosa” (Palabras de Vida del Gran Maestro, 268, énfasis nuestra). “El gran enemigo está procurando constantemente destruir la obra de las manos de Dios, y hombres de cultura y de inteligencia, están llamados a combatir este poder cruel. Se necesita que un número mayor de la debida clase de hombres se dedique a esta profesión. Debe hacerse un esfuerzo esmerado para inducir a hombres idóneos a que se preparen para esta obra. Deben ser hombres cuyo carácter se base en los amplios principios de la Palabra de Dios, hombres que posean energía natural, fuerza y perseverancia que los capacitará para alcanzar una alta norma de excelencia” (Joyas de los Testimonios 2, 146, énfasis nuestra).

Lo que vale no es el hecho de si somos comunes o si somos cultos, y sí, si estamos siendo transformados. Necesitamos para eso, ser humildes de corazón y tener presente el concepto de total dependencia de DIOS. Necesitamos, por el poder de DIOS, producir buenos frutos para la vida eterna. “Los que llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús producen los frutos de su Espíritu: “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza.” Gál. 5:22 y 23. Ya no se conforman con las concupiscencias anteriores, sino que por la fe siguen las pisadas del Hijo de Dios, reflejan su carácter y se purifican a sí mismos como Él es puro. Aman ahora las cosas que en un tiempo aborrecían, y aborrecen las cosas que en otro tiempo amaban. El que era orgulloso y dominador es ahora manso y humilde de corazón. El que antes era vano y altanero, es ahora serio y discreto. El que antes era borracho, es ahora sobrio y el que era libertino, puro. Han dejado las costumbres y modas vanas del mundo” (El Camino a Cristo, 58, énfasis nuestra).

Uno de los hombres humildes que JESÚS escogió fue Pedro. Impetuoso e inestable, a veces cobarde, pero fiel, siempre dispuesto a humillarse y a arrepentirse. Fue uno de los grandes apóstoles de CRISTO. Quien lo hubiese visto en el momento de ser escogido, no creería que fuese el mismo Pedro del Pentecostés. ¿Quién confiaría en el Pedro pescador, como en alguien con un futuro promisorio? ¿Alguien que no fuese JESÚS, escogería a Pedro? ¿Alguien más confiaría en Pedro como uno de los baluartes de la iglesia que estaba siendo fundada? En el tiempo en que fue escogido, Pedro tenía el perfil de un fracasado, pero permitió que JESÚS cambiase esa tendencia. Al contemplar a Pedro, a JESÚS no le importó el hecho de que era un rudo e ignorante pescador lleno de confianza propia. JESÚS divisaba al Pedro de 3.5 años más adelante, después de sus errores y fracasos, cuando permitió ser transformado por el poder de DIOS. Lo que JESÚS vio en Pedro fue a un poderoso evangelista.

DIOS también llama a hombres y mujeres cultos, desde que sean humildes y tengan el sentido de la dependencia de DIOS. Tales personas pueden hacer una gran obra si son sumisas al Señor. “El gran enemigo está procurando constantemente destruir la obra de las manos de Dios, y hombres de cultura y de inteligencia, están llamados a combatir este poder cruel. Se necesita que un número mayor de la debida clase de hombres se dedique a esta profesión. Debe hacerse un esfuerzo esmerado para inducir a hombres idóneos a que se preparen para esta obra. Deben ser hombres cuyo carácter se base en los amplios principios de la Palabra de Dios, hombres que posean energía natural, fuerza y perseverancia que los capacitará para alcanzar una alta norma de excelencia” (Joyas de los Testimonios 2, 146, énfasis nuestra).

Si Ud. es alguien que tiene formación completa, estudio universitario o tal vez más que eso, o si Ud. es alguien con poco estudio, sepa lo siguiente: hay un lugar para Ud. en la obra. Pero por favor, sea cual fuere su caso y donde esté, procure no quedarse estancado en su capacitación espiritual. Procure crecer estudiando y dando estudios, y aplicando todo lo que aprendió. La transformación es necesaria para que seamos útiles en las manos de DIOS.

Para CRISTO no existen distinciones de clases. Él busca a todos. Las clases sociales son invención del ser humano para satisfacer su orgullo y atender al deseo de ser superior. Por ejemplo, dé una mirada a la sucesión de títulos que se inventaron y usaron durante la Edad Media. La relación de ‘jerarquía’ de los títulos es muy diversa. En la mayoría de las monarquías tradicionales actuales y antiguas (España, Portugal, Francia, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Suecia, Noruega, etc.) se sigue esta relación de jerarquía: Emperador (Káiser, Zar); Rey; Regente; Príncipe monarca; Príncipe imperial; Príncipe real; Gran príncipe; Príncipe; Infante; Archiduque; Gran duque; Duque; Conde duque; Marqués; Conde; Conde barón; Vizconde; Barón; Señor; Baronete; Caballero; Escudero (Wikipedia).

JESÚS murió por la gente de todas las clases, a pesar de que aquellos de las clases altas se consideran menos dependientes de la salvación de sus vidas. Aquí en la Tierra existe una lucha por subir de categoría social. En la Nueva Tierra no existirá ese tipo de clasificación. Va a ser muy interesante observar allá a las personas que aquí en la Tierra pertenecían a las clases de los extremos conviviendo entre sí sin barreras. Pero si lo harán allá, obviamente ya lo deberían haber hecho aquí. Reflexionemos profundamente sobre esto.

“La comunidad cristiana debería ser una sociedad sin clases”. Es verdad, diferenciar la importancia de las personas, su status social, es un absurdo que aquí se volvió algo normal. Las clases sociales separan a las personas entre ricas y pobres, nacionalidades diferentes, cultas y no cultas, muy letrados y poco letrados, y así por el estilo. Existe un objetivo detrás de eso: dividir a la gente en grupos que no se junten, y principalmente que unos dominen sobre otros. Eso no es lo normal en el reino de DIOS. Todos son hijos de DIOS y reciben la misma salvación. Debemos ser hermanos y compartir las cosas ayudándonos los unos a los otros.

Nosotros los cristianos no podemos estar de acuerdo con semejante acepción del ser humano, en que existen aquellos que quieren predominar y los demás que quieren subir de categoría. Por el contrario, nosotros debemos unir a las personas y unirnos con ellas. Debemos ser como CRISTO, que conversaba con todos los que se le aproximaban. Esa cuestión de jerarquía social no debería ser una barrera para que nosotros avancemos en la predicación del evangelio. ¿Qué diferencia hay para DIOS entre un mendigo y el presidente de Microsoft? ¿Y para nosotros? ¿A cuál de esas dos personas le daremos más atención en el caso de que en algún momento entrasen a nuestra iglesia? ¿Las trataremos de forma igual o haremos diferencia? ¿Qué significaría el hecho de que alguien intentase impedir la entrada del mendigo a la iglesia? ¿Y que significaría que si entrase, por eso algunos de los hermanos se retirasen? ¿Y qué hacer en el caso de que él esté maloliente? Estamos en un mundo donde las personas son diferentes por varios aspectos, y eso nos separa a unos de los otros. Y, no obstante, ¡somos todos hermanos, hijos de un mismo padre y de una misma madre! ¡Y creados por un solo DIOS!

Nosotros los adventistas debemos buscar alcanzar a personas de todas las clases. De hecho, conozco el trabajo de algunos hermanos en algunas ciudades que hacen eso. Sé de personas ricas de nuestra iglesia, personas influyentes que hacen el trabajo con otras de su nivel. Otros son más especializados en trabajar con los pobres y otros con la clase media. Eso es bueno. Cada persona tiene sus oportunidades y sus puntos fuertes y debe dedicar sus talentos para DIOS. Hay una diversidad interesante en la iglesia y ella necesita ser puesta en práctica.

Somos llamados por DIOS para dar la luz al mundo. Nuestra iglesia es pequeña, pero cuenta con el poder del ESPÍRITU SANTO, y ese poder será cada vez mayor. Terminaremos en breve la obra asignada a nosotros por JESÚS antes de partir. ¡Hagamos cada uno nuestra parte y JESÚS volverá muy pronto!

Dios te bendiga.

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