EL REGLAMENTO ES UNA COSA, LAS ACTITUDES SON OTRA.

“Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís.” Amós 5:14

En el Reino de DIOS es diferente. No hay ninguna burocracia, las relaciones se rigen por principios. Y hay un principio general que nortea todos los demás: el principio del amor. En ese reino todos se aman, cada uno busca servir a su prójimo y nadie está interesado en ser servido. Fue lo que JESÚS nos enseñó y que su vida lo demostró.

El Reino de DIOS necesita una cosa para funcionar perfectamente: la fidelidad de los ciudadanos a los principios. Allá no existen leyes y los principios están en la mente de las personas, por eso los siguen libremente. En relación al sistema terrestre, parece muy extraño, por eso allá no se necesita de policía o de fiscalización para ver si están cumpliendo los principios, pues la obediencia es voluntaria, por amor a DIOS y al prójimo. Y la fidelidad es necesaria para que los principios permanezcan en el corazón, orientando lo que es bueno que se haga y lo que no se debe hacer. Esa es una patria de perfecta libertad, pues allí cada uno hace lo que su corazón desea, y ese deseo es siempre dirigido por los principios relacionados al amor. La diferencia entre el sistema terrestre y el celestial es pues radical.

Por eso, nosotros, los que deseamos ser ciudadanos del Reino de DIOS, debemos cultivar sus principios aquí mismos, viviendo cuanto sea posible como si ya estuviésemos allí. Debemos crecer en esa dirección, y eso solo es posible por el poder del ESPÍRITU SANTO. Debemos abandonar los rudimentos de la Tierra, del sistema terrestre. Como dice el versículo inicial: “Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis…”

“Muchas de las diversiones que son populares en el mundo hoy, aun entre aquellos que se llaman cristianos, tienden al mismo fin que perseguían las de los paganos. Son, en verdad, pocas las diversiones que Satanás no aprovecha para destruir las almas. Por medio de las representaciones dramáticas ha obrado durante siglos para excitar las pasiones y glorificar el vicio. La ópera con sus exhibiciones fascinadoras y su música embelesadora, las mascaradas, los bailes y los juegos de naipes, son cosas que Satanás usa para quebrantar los muros de los sanos principios y abrir la puerta a la sensualidad. En toda reunión de placer donde se fomente el orgullo o se dé rienda suelta al apetito, donde se lo induzca a olvidarse de Dios y a perder de vista los intereses eternos, allí está Satanás rodeando las almas con sus cadenas” (Patriarcas y Profetas, 435).

Parece que el profeta y el Señor ya no sabían que más hacer para atraer al pueblo de Israel de vuelta hacia DIOS. Entonces el profeta compuso un cántico triste, reflexivo y muy sentimental. En realidad, el gran problema no estaba en un lugar grandioso, sino en el rey. Era este que solo se veía a sí mismo, a su poder sobre el pueblo. En general el pueblo no reflexiona mucho sobre si la dirigencia está encaminando bien o no. Talvez hasta se puede decir que el pueblo tiene los líderes que merece. Esa situación de malos líderes es más frecuente de lo que imaginamos. Uno de los grandes ejemplos de eso fue la Alemania nazista, que siguió ciegamente a su líder en dirección al fracaso nacional. Y hay muchos otros casos actuales en ese sentido. Nosotros, siervos de DIOS, no debemos seguir a ese o a aquél líder, sino a JESUCRISTO. Nuestra base debe ser siempre la Palabra de DIOS, por lo tanto, como CRISTO mismo lo hizo, debemos decir “está escrito” o “también está escrito”

Dijo Amós: “Buscad lo bueno, y no lo malo, aborreced el mal, y amad el bien”. En Isaías encontramos un pasaje fenomenal sobre la actitud de los que tergiversan las cosas. Ese texto sirve muy bien para denunciar el sistema llamado de Nuevo Orden Mundial que está invirtiéndolo todo. Hoy se busca “gozar la noche”, “comer y beber lo que hace mal, no lo que hace bien”, “cuanto más feo mejor”, y así por el estilo. Tatuando hasta la parte blanca de los ojos, están ridiculizando la obra prima de DIOS, el cuerpo humano. No es feo, es horrible, pues esas personas quieren impactar por la fealdad de un trabajo irreversible. Y ya en aquellos tiempos Isaías escribió así: “¡ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isa. 5:20). Es la inversión de valores, para engañar a la gente. Como dijo Pablo a los romanos, “profesando ser sabios, se volvieron necios” (Rom. 1:22). No podemos participar de esa necedad.

Amós estaba intentando revertir la situación de Israel, pero la nación continuó yendo en dirección al fracaso. No retornaron, y el desastre nacional no tardó en llegar, siendo el fin de ese pueblo. Pero el trabajo de Amós y de los otros profetas no fue en vano, pues algunos pocos individuos se volvieron a DIOS y fueron salvos. Nuestro clamor hoy, es por el zarandeo que está a las puertas. Como pueblo de DIOS, no seamos descuidados otra vez y vengamos a perder la vida eterna. En esta oportunidad, no será la iglesia que irá a desaparecer, serán los rebeldes a las orientaciones proféticas de todos los tiempos que saldrán de ella.

“Quita de mí la multitud de tus cantares…” dijo el Señor. Él no quería oír más las músicas en el culto porque eran compuestas de rituales vacíos, rutinarios, formales, burocráticos, sin sentido espiritual, solo formalidades. En esos cultos, era el ritual lo que valía y no la entrega a DIOS. Se esmeraban en impresionar a los sentidos por medio de los procedimientos. Había reglas hasta para cómo se debería entrar en la iglesia. Cómo actuar y cómo no actuar dentro y lo que debería hacerse. Es evidente que tiene que haber reglas, pero en ese caso había tantas que el motivo de los cultos eran las reglas y no DIOS ni el adorador.

Era un culto complaciente con el pecado, y donde se ofrecían sacrificios pero no se buscaba la transformación de la vida y ni siquiera se tocaba en el asunto. Así, la gente entraba al lugar de adoración y generalmente salía mucho peor. Esa situación de un adorador empeorar durante un culto es muy fácil de ocurrir. Cuando llegamos con nuestros pecados, lo normal sería salir sin ellos. Pero cuando en un culto nada nos toca en la búsqueda de un cambio de vida y aun así salimos satisfechos, es porque allí no hay nada más que nos incomode y nos perturbe en relación a nuestros pecados. De un culto así, salimos convencidos de que todo está bien y que no necesitamos de nada más, que aquello que estamos recibiendo es suficiente.

Cada uno de nosotros debe ir al culto en búsqueda de alguna información que nos ayude en dos sentidos: para mejorar en aquello en que ya estamos actuando correctamente y para cambiar en aquello en que estamos desagradando a DIOS. Siendo así, nos resta orar y vigilar en búsqueda de la transformación, la cual vendrá si así lo deseamos. No transformemos los cultos en hábitos y rutinas. Con el tiempo y de tanto repetirse, aún buenas liturgias se tornan en rutina vacía para muchos. Debemos alterar las liturgias con frecuencia, buscando siempre los medios para que las personas se encuentren con DIOS.

“He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando la palabra de Jehová, y no la hallarán” (Amós 8:11-12). Ese es el tiempo en que termina la gracia. El ESPÍRITU SANTO ya se retiró de la Tierra y las plagas estarán cayendo. Los predicadores de DIOS ya habrán concluido se misión. Todos ya escucharon sobre el mensaje y tomaron su decisión. Todos saben sobre la venida de JESÚS, pero no todos decidieron seguirlo. Esos también saben que ya no hay más oportunidad, pues están en el tiempo de las plagas. Sin embargo, como en los tiempos de Noé, cuando el agua lo inundaba todo y la gente antes de morir clamaba para que les abriesen la puerta del arca, así también en esta ocasión, aquellos que no se decidieron por JESÚS estarán buscando a los mensajeros de DIOS para que les reabran la puerta de la gracia. Con las biblias en la mano buscarán entendimiento, pero no comprenden ni entienden nada de lo que leen. Ese libro se convertirá en un misterio para ellos, pues saben que contiene la clave de la salvación, pero no lo consiguen abrir. Milagrosamente lo que en él está escrito ya no sirve para nada. Los perdidos buscan ahora el entendimiento que ya no existe. Y no es que ahora ellos se hayan arrepentido, es apenas remordimiento o angustia por la pérdida de ‘sus’ vidas. En realidad, ellos continúan deseando el mundo, pero también no quieren morir sin DIOS. Quieren aquello que no se puede obtener: servir a dos señores.

Con el ESPÍRITU SANTO siendo retirado del mundo en lo que se refiere a su participación en la predicación del evangelio, ya no habrá más conversiones. Y lo triste del caso es que, si a esas personas inconversas se les diese una nueva oportunidad, si las plagas retrocediesen, si los predicadores volviesen, sin duda ellas retornarían a su estado de siempre y desaprovecharían una vez más la continuidad de la oportunidad. Hay una clase de personas que quiere las dos cosas, tanto la salvación como el mundo. Un ejemplo de esto bien podría estar representado por muchos de nuestros hermanos en la fe o nosotros mismos, cuando queremos ver videos y películas maliciosas, pero también queremos ser salvos. ¡Esa combinación no funciona! Si no cambiamos, participaremos de la clase de los que buscarán a los instructores bíblicos para que les enseñen la verdad que en los tiempos de oportunidad no quisieron colocar en práctica. Nunca se debe olvidar que DIOS va revelando más de su verdad en la medida en que se va practicando y enseñando a otros lo que ya recibimos y sabemos. Así también habrá, en este tiempo, muchas personas de fuera de la iglesia, que habrán entendido una buena parte de las enseñanzas, pero que aun así, preferirán los atractivos del mundo. (Historia de la Redención, 424).

Hagamos aquí un resumen. Satanás tiene su poder que se manifiesta en la atracción de las cosas de este siglo. Aparentemente son cosas buenas, que por lo menos producen sensaciones agradables. Él creó millares de atracciones a las cuales acostumbramos llamar de mundanalidad. Si no nos damos cuenta de eso, caeremos y ni siquiera percibiremos los errores. Son de esas atracciones que tanto escribimos en nuestros comentarios, y por los que recibimos muchos e-mails de agradecimiento. Más, por los escritos de Elena G. White sabemos que una gran parte del pueblo de DIOS no renunciará a ellas, pensando que pueden salvarse sin abandonar todo aquello. Esas atracciones constituyen el ofrecimiento de satanás a cambio del evangelio de la verdad de DIOS. O se adopta una cosa o la otra. Nunca será posible obtener suceso estando un poco en un lugar y otro poco en el otro. Reflexionemos un poco al respecto intentando imaginar el grado de desesperación de esas personas en aquellos días futuros.

Vea bien lo siguiente. Ese reino fue llamado por medio de Abraham, para que saliese de la tierra de sus parientes. Era una pareja apenas. De ella vino apenas un hijo, Isaac, que tuvo dos hijos, pero apenas uno siguió la línea trazada por DIOS. Ese fue Jacob, que tuvo 12 hijos, y de estos, en Egipto, salió la grande nación. Después de ser libertados, pasaron un tiempo bajo la dirección de los jueces, hombres o mujeres que actuaban, como profetas, orientando la nación, en nombre de DIOS. Mas querían tener rey, y DIOS les dio uno, Saúl. Fue un fracaso. Entonces vino David, aquél a quien DIOS amaba, y tornó a la nación más fuerte que nunca. Antes de ese rey, dos grande líderes actuaron muy bien, Moisés y Josué. Esos dos llevaron al pueblo a la tierra prometida, y David allí los consolidó. Luego vino el hijo de David, Salomón, que cometió terribles errores, y bajo el reinado de su hijo Roboam, la nación fue dividida.

JESÚS, quien fundó una iglesia, que sustituyó a la nación. Israel debería haber servido para evangelizar al mundo y no lo hizo. Ahora una iglesia, fundada sobre 12 apóstoles, así como la nación fue fundada sobre los 12 hijos de Jacob, saldría al mundo para anunciar las buenas nuevas de salvación al respecto de JESÚS.

Hoy tenemos que atender a las palabras de la Biblia. Son tiempos solemnes porque estamos entrando al fuerte clamor, la predicación final antes del regreso de JESÚS. Todos nosotros tenemos responsabilidades que el mismo Señor nos dio. “Hemos de advertir a los hombres y las mujeres en contra de la adoración de la bestia y de su imagen, contra la adoración del ídolo dominical. Pero al hacer esta labor, no debemos iniciar una guerra en contra de los incrédulos. Debemos presentar la Palabra del Señor, en toda su dignidad y pureza, ante las mentes de quienes o son ignorantes o indiferentes en relación a sus enseñanzas… No necesitamos decirles que irán al infierno a menos que observen el sábado del cuarto mandamiento. La verdad, acompañada por el poder del Espíritu Santo, convencerá y convertirá los corazones” (El Cristo Triunfante, MM, 180, énfasis nuestro)

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