Cómo ganamos y cómo usamos nuestro dinero dice mucho de nuestros valores, nuestras prioridades y el tipo de relación que tenemos con Dios y con nuestro prójimo. El dinero no es malo; sin embargo, en épocas de bonanza en bienes materiales, algunos pueden experimentar un falso sentido de seguridad. Cuando las naciones o las personas piensan que su valor depende de sus posesiones, ¡cuidado!, porque su caída está cerca. Desafortunadamente, a veces las bendiciones materiales sacan a relucir lo peor de la gente.
En realidad, no hay nada de malo en tener dinero; tenerlo no significa que automáticamente se corrompa su poseedor. El problema se relaciona con nuestras actitudes ante las riquezas y las posesiones materiales. Recordemos nuestra mayor necesidad, que es la salvación y la vida eterna.