Crueldad hacia los animales

 

Crueldad hacia los animales.

“El hombre debe tratar a los animales de la tierra como hermanos, pues cualquier cosa que les sucede a los animales […] pronto le sucede al hombre”. –Jefe Sealth, Indio. Nativo Norteamericano, 1854.

Muchos de nosotros crecimos con la idea de la superioridad del hombre en este planeta. Sus amplias capacidades para razonar, analizar, comunicarse y crear nos convierten en una especie que ha sobrevivido por miles de años. Sin embargo, en la actualidad el ser humano se comporta como el peor habitante del planeta; es el depredador más cruel y peligroso que aniquila a los otros seres vivos, que en ocasiones muestran más dignidad y nobleza. ¿Quieres conocer el estado actual de muchos animales de nuestro mundo?

Bien, para comprender con profundidad la “esencia animal”, debemos empezar por despojarnos de las ideas de “seres con inteligencia superior”, éste es el principio por el cual, hoy en día, se justifican las atrocidades cometidas con los animales. Sintiéndonos dueños del planeta comenzamos por destruir los hogares de diversas especies: bosques, ríos, selvas, arrecifes de coral, éstos lugares en donde otro tipo de vida, más inocente y sincera se desenvolvía, han sido mal utilizados con el fin de proporcionar materia prima al ser humano.

Como bien sabes, esto se relaciona con el desequilibrio ecológico.

El grave problema es que no nos conformamos con destruirles su hábitat, los siguientes casos son una muestra de lo bajo que ha caído el ser humano al humillar, torturar y destruir a otros seres vivos.

¿De dónde proviene la carne que consumes?

Literalmente, millones de pollos sufren en “granjas industriales” donde pasan sus vidas encerrados en jaulas tan minúsculas que los nervios de sus patas se encuentran completamente atrofiados, los huesos son tan débiles que nunca caminan y ni siquiera los pueden sostener.

Constantemente les son inyectadas hormonas que estimulan su crecimiento y la producción de huevos. Cuando el pollo tiene pocas semanas de nacido, ya ha alcanzado tamaño maduro para utilizar su carne. En muchos lugares los cuelgan de los muslos hacia abajo aún vivos, ésta es la razón por la que se observan grandes hematomas en sus muslos a la hora de cocinarlos. Irónicamente acaban en una cacerola más grande que la jaula de tortura en donde vivieron.

Una situación similar sucede con todo tipo de carne en los rastros municipales, en donde se sacrifica al ganado por medio de golpes.

Las vacas, caballos y toros son golpeados en la nuca varias veces antes de morir, la razón es que estos lugares no quieren invertir dinero para utilizar un equipo especial para la “insensibilización previa”, que evita el dolor del animal antes de ser sacrificado.

Desafortunadamente debemos dar a conocer la triste forma en que los animales son sacrificados, esto no es con afán de morbo, sino en un sentido estrictamente informativo, que nos abra los ojos a una realidad, en la cual indirectamente colaboramos.

La forma de sacrificar a los cerdos, en ciertos rastros, es electrocutándolos. Se coloca en cada extremo del animal un cable, en su cabeza y en su cola, después de mojarlos, se les da una descarga eléctrica. En otros casos es mejor “ahorrarse” el sacrificio. ¿Quieres saber por qué? Para que la carne esté fresca y no se eche a perder es necesario desangrar a los animales, así que simplemente los cuelgan vivos para que mueran perdiendo sangre, pero este proceso prolonga la agonía.

¿Deportes y entretenimiento?

No existe nada más falso que un deporte que destruye un ecosistema, causa dolor y se practica únicamente con fines monetarios. Un vivo ejemplo de todo esto son las peleas de gallos y perros, la cacería de zorras, patos, venados, conejos; las carreras de galgos y caballos, y sobre todo la “fiesta” (¿para el toro?) taurina. Estos eventos se llevan a cabo para obtener dinero o por el puro “placer” de matar.

Este tipo de negocios no considera ni por un instante la tortura por la que pasan los animales.

“Humanos inertes”.

Esta clase de espectáculos nos convierte en seres insensibles. Cuando los seres humanos endurecemos el corazón, anestesiamos los sentimientos y nuestra conciencia. Pero no podemos insensibilizarnos para ciertas cosas, sino que los sentimientos y las sensaciones de compasión se entorpecen en general: pronto dejamos de sentir indignación y lástima por la gente, los niños y muchas otras injusticias, nos acostumbramos a observar que estos crímenes existen y no hacemos nada.

El infierno de los laboratorios.

Durante días, meses y años cientos de animales son explotados en laboratorios de investigación lejos del conocimiento de la gente.

Monos, perros, gatos, ratones, conejos, etc., pasan por horrendas pruebas, se les aplican cosméticos irritantes, jabones, cremas, ácidos, los cuales causan graves quemaduras en su piel y en sus estómagos. Los champús se vierten en los ojos de conejitos, cuyas patas están atadas para que no puedan limpiarse. De esta manera se sabe si el producto causará irritación e “incomodidad” a los seres humanos. Como los animales se quejan de dolor, se les cortan las cuerdas vocales, así no alteran a los “científicos”.

Estos experimentos no son útiles. Se ha comprobado varias veces que sustancias que no dañaron a los animales de laboratorio sí causaron graves problemas al ser utilizados en los humanos. Cierta experimentación no es necesaria, la fisiología de estos animales es diferente a la de los seres humanos.

Y tu casa, ¿es un lugar para salvarlos de la crueldad?

Una de las situaciones más tristes de la relación entre animales y humanos es el olvido y el maltrato dentro del mismo hogar. Cuando son cachorros nos parecen fabulosos, son tan graciosos y bellos. Pero cuando crecen para mucha gente se convierten en un problema, pues desde el principio no estaban preparados para tener una mascota, entonces llega a ser un estorbo, y comienzan los golpes con palos, los confinamientos a “mini-jaulas”, azoteas que no cuentan con protección, y no falta quien descargue su enojo en ellos, se olvide de darles de comer y los amarre o los encierre sin darles un mínimo de espacio para moverse. Después de leer todo esto, no crees que es momento de decir ¡ya basta!

¿Por qué son tan importantes los animales?

Por lo general pensamos que los animales sólo son importantes en el contexto ecológico, para conservar un equilibrio en la naturaleza. Pero estudios recientes revelan aspectos sorprendentes que nos obligan a dejar de pensar que solamente existen para servirnos.

Los animales son los únicos seres vivos que nos aceptan tal y como somos. Es decir, son criaturas más capacitadas para reconstruir la autoestima en el ser humano, por ejemplo, ¿te has dado cuenta de que ellos sólo viven para el presente? Al convivir con una mascota nos angustiamos menos por el mañana, aprendemos a aceptarnos a nosotros mismos de mejor manera, nos relajamos, nos olvidamos de vivir en el pasado y somos amados incondicionalmente por ellos.

Los animales propician actividades curativas, ayudan a salir de la depresión, como sucedió entre los prisioneros de las cárceles de Ohio, en Estados Unidos, en donde los índices de suicidios disminuyeron cuando se les permitió tener animales pequeños dentro de sus celdas. Lo mismo sucedió con los niveles de delincuencia entre jóvenes de California, cuando se incorporaron caballos en los tratamientos de readaptación.

Asimismo, los animales aumentan las actitudes de independencia y confianza. Los programas de terapias asistidas con animales han proporcionado a muchos discapacitados, enfermos y pacientes con sida o cáncer, una oportunidad de seguir sintiéndose útiles, de convivir con alguien que no los rechaza por su enfermedad. Al entrenar a los animales, éstos brindan su ayuda a personas postradas en sillas de ruedas, llevándoles cosas, alcanzándoles el teléfono y brindando su compañía.

¿Quieres más razones?

  • Su esencia animal estimula la nobleza y simpatía.
  • Motivan la comprensión entre los otros seres vivos, tanto humanos como animales.
  • Porque recobramos las actitudes lúdicas, de humor y jugueteo que hemos perdido en nuestra vida.
  • Nos enseñan la tolerancia.
  • Nos hacen olvidar nuestros problemas.
  • Disminuyen la presión arterial.
  • Nos ayudan a eliminar el estrés.
  • Tranquilizan el inconsciente.
  • Calman los sentimientos no positivos.
  • Nos brindan momentos de alegría y paz.

Este esfuerzo por valorar nuevamente a los animales como nuestros hermanos menores, de devolverles la dignidad, se está convirtiendo en la bandera de las nuevas generaciones que buscan crear un mundo más justo.

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