La venganza le pertenece a Dios

La venganza le pertenece a Dios

“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, antes dad lugar a la ira de Dios. Porque escrito está: ‘Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor’” Romanos 12:19.

Muchas personas sufren enfermedades originadas en sentimientos de odio, con efectos en su organismo o en su personalidad.

Cierta joven secretaria se quejó durante años seguidos de disturbios en el aparato digestivo. Consultó a muchos médicos especialistas y se sometió a muchos exámenes prolongados y costosos. Los médicos no encontraron ninguna causa orgánica. Cuando el médico de la familia sugirió una consulta con el psiquiatra, ella se mostró ofendida e indigna. El médico, sin embargo, sabía del profundo odio que sentía hacia su jefe y pensaba que el psiquiatra podría resolver su caso.

Poco después el jefe fue trasladado a otra sección y, desde entonces, desaparecieron los disturbios de que se quejaba la empleada. Así quedó probado que su médico sabía lo que decía y que el odio es una forma de cáncer mental. La medicina no puede hacer nada para erradicarlo. La cura depende del propio paciente y cuanto más temprano mejor, antes que el mal se haga crónico.

Norman Vincent Peale se refiere en uno de sus libros a la correspondencia que mantuvo con un médico que sabía aplicar las lecciones del evangelio en el ejercicio de la medicina. Uno de sus pacientes tenía un jefe rudo, injusto y hostil. Y como consecuencia comenzó a cultivar un sentimiento de venganza, responsable por la úlcera péptica que lo molestaba terriblemente. El médico le dijo que la úlcera era el resultado de los sentimientos de odio y venganza que envenenaban su espíritu. Y añadió:

-Si desea curarse de la úlcera, tendrá que modificar su actitud en relación con su jefe. Sólo así podrá acabar con la secreción de este veneno destructivo.

Cierto día, leyendo la Biblia, se detuvo ante el siguiente texto: “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”.

-Entonces –se dijo a sí mismo–, si Dios está dispuesto a incomodarse con este problema, dejaré en sus manos al jefe que me es tan hostil.

Poco después dijo:

–Tan pronto como saqué de mis hombros la responsabilidad de la venganza, pasándosela a Dios, me sentí plenamente recuperado de la úlcera y una onda de paz inundó mi ser.

Dios recompensará a su debido tiempo tanto a los justos como a los injustos, y dará a cada uno según sus obras.

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